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Una colega, muy emocionada, informó hace unos días que uno de sus artículos sería publicado en un libro escolar. No recuerdo de qué tema se trataba, pero me pareció genial que los estudiantes tengan un acercamiento a historias actuales. Sin embargo, en el Día Nacional del Periodista me asalta la duda: ¿qué le estamos contando a través de los medios de comunicación a nuestros hijos?
Hoy me vi varios años atrás sentada en la sala de mi casa haciendo la tarea. La profesora de Lengua Española nos indicó que recortáramos un artículo del periódico para determinar la idea central del texto. Mañana podría ser mi hija/o quien tenga que imprimir un artículo escrito por mí o mis colegas para hacer una exposición, y pasado mañana podrían ser mis nietos buscando en un podcast, un video o en fotos información para una clase de historia. Y ahí radica el problema.
Los periodistas cumplimos un rol importante en la sociedad, pues contamos los sucesos que marcan al mundo y a los ciudadanos. De ahí que en los libros de historia utilicen nuestro trabajo como referencia bibliográfica.
Sin embargo, cuando un periodista tergiversa, no confirma y hasta oculta información (a petición o sin esta), atenta contra el futuro de una generación que crecerá con mentiras y que podría repetir la historia por desconocimiento. Por eso hoy, más que una felicitación, hago un llamado a la reflexión.
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Mientras los principales protagonistas de la historia (entiéndase políticos, empresarios, intelectuales y personalidades de los diversos sectores de una sociedad) tienen la responsabilidad de crear un país mejor, los periodistas tenemos la obligación que nos confiere la profesión de contar los hechos tal cual sucedieron.
Para esto, debemos recordar que la verdad es libertad. Y un periodista que vende su libertad está destinado a ser cómplice, de por vida, del fracaso de una sociedad. Así que la próxima vez que vayamos a contar una historia, preguntémonos si nuestros hijos conocerán la verdad, gracias a una madre o a un padre que ejerció su derecho a la libertad.
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