Se llama justicia transicional. Es una práctica que se repite una y otra vez en la historia universal al momento en que un pueblo decide perdonar los delitos que ciertos ciudadanos han cometido en el marco de dictaduras y conflictos armados con el objetivo de que episodios tan funestos no se repitan jamás.
Uno de los argumentos que se esgrimen para justificar esta medida es que muchas veces impartir justicia se convierte en un tedioso procedimiento en virtud del abrumador número de casos de imputados que pudieren ser procesados. También se plantea el hecho de que perdonar representa la mejor opción si finalmente de lo que se trata es de recuperar la sociedad y restaurar la paz, ya que castigar todos los crímenes perpetrados devendría en una suerte de espiral de violencia con consecuencias mucho más nefastas.
La justicia transicional comporta una serie de aspectos tales como la creación de una "Comisión de la Verdad" que ha de investigar los crímenes, las confesiones y las solicitudes de perdón por parte de los ofensores, así como también testimonios de las víctimas de manera pública, entre otros. A partir de estos elementos se determina cuáles violaciones a la ley "califican" para ser beneficiadas con una amnistía total o parcial.
La justicia transicional ha desfilado en diferentes ocasiones por las pasarelas de muchas etapas postconflictos y con posterioridad al fin de regímenes totalitarios. Como muestra podríamos citar la II Guerra Mundial, el apartheid en Sudáfrica y la dictadura en España de Francisco Franco. También, recientemente los colombianos asistieron a un proceso de paz a raíz de las negociaciones celebradas entre el gobierno de Juan Manuel Santos y los grupos guerrilleros.
Actualmente, uno de los puntos más destacados en la agenda de la oposición venezolana es justamente la posibilidad de una amnistía a los militares que se declaren desafectos al Presidente. En otras palabras, en aras de hacer posible la reconstrucción y la cohesión social en Venezuela, se está dispuesto a extinguir la responsabilidad penal de los militares que respondan al llamado.
Uno de los principales escollos por los que transitan los procesos de paz es el perdón y la reconciliación entre ofensores y ofendidos. Esto comporta un gran desafío no solo político. Representa también un singular dilema emocional para las víctimas de vejaciones, violaciones, torturas y asesinatos de familiares, a quienes también se procura compensar de alguna manera.
Realmente, en muchas ocasiones, perdonar nunca ha sido fácil para el ser humano. Sin embargo, perdonar es una muestra de que amamos a nuestros enemigos. Perdonar "setenta veces siete" si fuere necesario, poner la otra mejilla, dice la Biblia.
Perdonar constituye una habilidad social que se aprende en el seno de la familia y otros grupos primarios como la escuela. Cuando perdonamos, demostramos comprensión y empatía, al tiempo que afianzamos nuestra propia salud mental y nuestra paz espiritual. Pero para perdonar es necesario que lo sintamos como una necesidad vital y un imperativo moral.
Perdonar para atraer a las buenas prácticas a aquellos que nos han causado daño. Perdonar como José, hijo de Jacob, perdonó a sus hermanos por haberle vendido como esclavo. Perdonar porque el castigo dificulta la reconciliación. Perdonar a nuestro prójimo, tal como Dios perdona nuestras ofensas.
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