El cantautor Pavel Núñez escribe carta de despedida para Víctor Víctor tras su inesperada partida esta semana a causa del COVID-19, donde expresa su desconsuelo y a la vez su agradecimiento por el amigo, padre, maestro, hijo y nieto que le regaló la vida, como lo define en su escrito.
En su carta titulada «Vitico y Yo», Pavel enumera relatos e historias graciosas compartidas por ambos cantautores, lo que deja de manifiesto la camaradería, confianza y una amistad que nació hace años y que se fortaleció con el tiempo hasta hacerse memorable.
El lenguaje único de comunicación propio de aquellos que hacen de la palabra y la música un arte combinado, constituyó un lazo inquebrantable entre ambos artistas que hoy en día la muerte los separa y deja un mal sabor en quien aún permanece.
"No sé cómo aceptar tu renacimiento, no sé cómo no enmudecer ante tu niñez, quisiera pensar que contaré hasta 10 mientras me tapo los ojos, y al terminar saldré buscarte y te encontraré donde te escondiste, me imagino que la tarea que me has dejado, es que empiece yo a trabajar en mi plan de rejuvenecer, pues hoy me siento viejo, cansado de pensar y de pensarte, teniendo como escudo tu arte, tú enseñanza y el camino que dibujaste para vencer a la muerte", expresó Pavel en sus carta de despedida.
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A continuación la carta completa:
VITICO Y YO…
Vitico (vía twitter)
– #ahoraquepavelduerme El tigre ta' apreta’o; casi terminó el CD nuevo y no lo ha
enseñado a nadie. ¿Y esta exclusividad? no lo voy a oír
Yo (vía WhatsApp)
-Vitico, ya me han escrito 9 personas privado, que si tengo problemas contigo que fue
lo que pusiste en twitter ahora?
Vitico – jajajjajaja, jajajajaja te tengo desacreditado!!! No podrás vivir sin mi….
Y así podíamos pasar horas entre Bullying y dichos, que al final sólo querían decir
aprecios, pero, ¿cómo decirlos si no era así? ¿Cómo entendernos? cuando creas un
código de camarada, una forma de mandar señales de humo, un encuentro en un café
sólo para decir: “llegaste, ah po’me voy!” Así era el, y no cambiaría nada del mundo nuestra historia.
Fue abuelo y hermano de mis hijos al mismo tiempo, porque fue mi padre y mi hijo
también. Lo conocí, y pasé a ser su hijo, pero como su proceso hacia la juventud era
imparable, pronto pasé a ser su hermano.
Yo seguí envejeciendo, mientras él se hacía joven y amanecí un día siendo su padre, lo
llamaba y me trancaba el teléfono sólo para que yo volviera a llamar, se inventaba
interferencias telefónicas cuando le preguntaba algo que no quería contestar, fue
entonces cuando descubrí que Vitíco tenía un estudio de grabación en el apartamento
que yo vivo.
El estudio fue mío, hasta que un día luego de yo haber terminado su construcción él se
apareció con un micrófono (un AKG 414) y me dijo: “toma, te lo regalo aunque sé que
no te lo mereces”
le dije: “¿qué quieres hijo mío a cambio?”
me dijo: “sólo tu amistad desinteresada jajajajaja…”
A partir de ahí mi estudio fue nuestro y posteriormente sólo de él, porque, ¿a qué podría
yo negarme si Vitico antes de llegar a donde yo estaba, lo precedía el amor que
siento por el?
Un día me trajo otro regalo para el estudio y un dibujo que aún conservo, que hizo para
Avril… ese día me dijo “aquí te regalo esto que luego heredaré, ya que como dices que
eres mi padre, sería antinatural que me vaya primero, así que, por favor, deja escrito que
esto que te doy es mi herencia” le dije “claro! ¿qué voy a hacer contigo?” Le dio un beso
a Avril en la frente que tenía entonces 4 años, y salió a saludarlo Ariel, al que como
siempre le dijo “coño! súper Ariel ¿y tú taba ahí mano?” lo abrazó y antes de subir al
estudio, duró 10 minutos explicándole al niño los conceptos de un Estado Anarquista.
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A partir de ahí, ellos fueron hermanos, con comunicación autónoma que yo no podía
controlar. Y siguió su camino hacia la juventud, con algunos momentos de lucidez donde se
detenía, me hablaba como el padre que yo necesitaba escuchar, y luego sin ningún
problema volvía a su extraña, eterna y bendita juventud, de la cual se me dificulta
desprenderme.
Entre conciertos en conjunto y separados, planes, equipos de sonido comprados en
común, y conversaciones en tiempos difíciles donde él siempre estuvo presente, llegó
el 2020… llegaron los encierros en cuarentena, las restricciones por la pandemia, el
contacto telefónico y por redes… ya para entonces Vitico era mi nieto.
Y es aquí donde me encuentro, viejo, sin entender el vacío, sin controlar el hastío que
me produce no verlo, no escucharlo y con la valentía de seguir amándolo.
Entiendo que la partida de Vitico fue solo su plan para volverse eterno, porque él nunca
perdió el tiempo en ser viejo, su plan era la juventud, volver a ser niño o nunca dejar de
serlo, por eso a veces decía cosas que yo no entendía y ahora tengo tan claras, su plan
no era morir, era volver a nacer y lo hizo, es tanto así que eligió irse en una época donde
los sepelios como los conocemos no se permiten, fue un estratega que tuvo como norte
no morir.
Y lo lograste Vitico, te quedaste dentro de todos los que un día te conocimos, nadie
podrá olvidar tu sonrisa, tu pan mojado en café, tu “¿y cuál es el problema?” ante
cualquier eventualidad, que otro veía como algo grande.
No sé cómo aceptar tu renacimiento, no sé cómo no enmudecer ante tu niñez, quisiera
pensar que contaré hasta 10 mientras me tapo los ojos, y al terminar saldré buscarte y
te encontraré donde te escondiste, me imagino que la tarea que me has dejado, es que
empiece yo a trabajar en mi plan de rejuvenecer, pues hoy me siento viejo, cansado de
pensar y de pensarte, teniendo como escudo tu arte, tú enseñanza y el camino que
dibujaste para vencer a la muerte.
Gracias Vitifive, gracias por enseñarme a ser familia… por la tranquilidad que me diste
cuando no la tenía, por tu canto, por los boleros, sones y bachatas que, sin ti, nunca
habría conocido, por tus lecciones de maracas mientras decías “ya nosotros tocamos la
guitarra, ¿qué necesitamos? ahora apréndete esto, esto sí que es difícil, quien logra que unas maracas suenan bien, lo entendió todo”.
Hasta pronto mi pai!! El mejor maraquero del mundo, el de las canciones mágicas:
Víctor José Víctor.