El pacto senatorial concertado entre las doce facciones de la partidocracia opositoras, gran parte de ellas muy corrompidas y responsables de la aplicación de las políticas neoliberales, conduce a reproducir el sistema de corrupción e impunidad imperante en los últimos 50 años con ciertas readecuaciones.
En ese conjunto incluso los que están libres de pecados mortales, se han comprometido a respaldar candidaturas de la franja neo-conservadora de partidos inmersos en el ejercicio de la política como negocio y en la corrupción como medio de enriquecimiento; dependientes todos del poder estadounidense y una parte con un corte ideológico neo-fascista.
Su lema es: “Tú me apoya y yo te apoyo”, aun que tú seas parte de la corruptela neoliberal y neo-trujillista imperante a lo largo de casi seis décadas. Y viceversa.
Así van las cosas en esa llamada oposición, muy parecida por cierto a su contrincante gubernamental, solo que ahora no ejerce el poder central del Estado, llegando al colmo de que el PRM, con la anuencia del Frente Amplio, le cedió 11 candidaturas senatoriales en 11 provincias del país a Leonel Fernández
Así van las cosas, optando por un pacto impúdico y ominoso a lo largo y ancho de 24 provincias, correspondiente a una tres cuarta parte del territorio nacional; de cara también a una comprometedora alianza en segunda vuelta.
Pero lo peor no es eso, sino que además pretendan presentar esa afrenta como parte de una decisión para “salvar” una democracia inexistente y una institucionalidad esencialmente pervertida; y principalmente, para disque “renovar instituciones estatales” promoviendo partidos y personas de vieja data en el negocio de la política y el mercado electoral, expertos por demás en todo tipo de fechorías.
Ahora resulta que Leonel Fernández, Quique Antún, Peña Guagua y los Vinchos, entre otros, son baluartes de la “democracia y de la honestidad”, algo que no debe extrañarnos en boca de quienes ayer aceptaron se proclamara a Balaguer “padre de la democracia dominicana” y ahora apoyan a los que solicitan que EEUU audite la JCE. Si en esa claque no está Danilo, es porque está obligado a seguir en el gobierno, aunque sin poder reelegirse por una orden de Pompeo.
Ese té de tachuelas, a todas luces innecesario (hay sumas que restan y desmontan simulaciones anticorrupción) para su propio fines, va ser muy difícil de tragar en una parte de las bases del PRM y del Frente Amplio, pero lo más grave es la responsabilidad histórica que ese paso implica en dirección a aupar de nuevo lo más perverso y conservador de la oposición; tan perverso y derechista como la propia facción danilista.
Sus jefes están haciéndole daño a su propias fuerzas y contribuyendo a crear un engendro político neofascista, plagado de racismo anti-haitiano, alineado con toda la ultraderecha continental.
De paso, esa aventura reactiva las pugnas en el PRM, en tanto la facción de Hipólito Mejía odia a Leonel y concilia con Danilo. La primera señal de ese malestar es la declaración de su Secretaria General, Carolina Mejía, objetando el referido pacto con argumentos políticos válidos, pero sin la moral necesaria para sustentarlos como facción.
Esto, sin dudas, puede tener consecuencias peores que las del “frente patriótico” del PLD con el PRSC, concretadas ya en los gobiernos de Leonel y Danilo.
De entrada implica garantizarle impunidad a Leonel y a toda esa cáfila política. Adiós PEME, Sun Land, Súper-Tucanos, Odebrecht, CEA, OISOE… por cuanto implica borrar esas cuentecitas.
De cara a la segunda vuelta implica, además, compartir eventualmente un gobierno con corruptos preferidos y evidentemente subordinado a poderosos e inescrupulosos grupos económicos locales y a EE.UU. en su agresiva decadencia.
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