Presiento que las nuevas expresiones de decadencia y descomposición de la partidocracia dominante, del sistema electoral y sus partidos, sus fracturas y reagrupamientos en medio del predominio de la política como negocio y la corrupción como mecanismo de acumulación de poder y de dinero para imponerse, es solo el preámbulo de un deterioro mayor y una eventual crisis de gobernabilidad.
Esforcémonos por proyectar el desastre de las primarias más allá de la curva.
La embestida del pueblo y sus marchas verdes profundizó la crisis de credibilidad y legitimidad de todo el sistema y, sobre todo, la del partido-estado-consorcio que regentea una dictadura constitucional mafiosa que ha comenzado a resquebrajarse.
El mercado electoral está bajo el dominio de fuerzas clientelistas, atadas al neoliberalismo, subordinada a EE. UU., mas fraccionadas, con un PLD gravemente afectado por un estallido causado por la voracidad grupal e hiperambiciones personales.
La salida de Leonel derechiza y corrompe más la oposición, cuyos polos competirán por exhibir más racismo anti-haitiano, capacidad clientelar, conservadurismo y lealtad a la clase dominante y al imperio. La oposición no contará con un polo, sino con dos o más, con bastante mezcolanza de derechas y ultraderechas y neofascismo.
El partido-Estado se pudrió y declina.
La fractura del PLD debilita extraordinariamente el Estado que controla, su dictadura presidencialista, su poder otrora cuasi absoluto y sus sistemas de alianzas sociales y políticas, no solo por la salida y salto a la oposición de una las facciones preeminentes, sino además porque las consecuencias de ese desgarramiento -junto al descredito de ambas facciones y el incremento de la agresividad de cada una de ella frente a la otra- pone en duda en la sociedad dominicana su capacidad para imponerse, generando tendencias a fraudes y corruptelas electorales todavía más grotescas que las escenificadas.
El estallido de la berenjena podrida no es cualquier cosa, descompone el orden estatal-empresarial y desata cantidad de pugnas junto a viejas y nuevas ambiciones.
Perspectivas predominantes
La dictadura constitucional presidencialista tiende a ser remplazada por un sistema institucional fracturado, antidemocrático, con varios centros de poder, igualmente corrompido y más ineficaz para el ejercicio de la dictadura de clase y política, con una burguesía y una partidocracia muy divididas.
Estamos viendo las consecuencias de la gansterización de la política y su proclividad al caos.
Esta situación -pese a esa alta posibilidad del fin de la dictadura morada- con tales protagonistas del negocio político-electoral, incluido el polo PRM, no apunta hacia una alternativa democrática, popular y soberana, ni siquiera hacia una restauración del liberalismo o la reducción de la corrupción.
La perspectiva de una segunda vuelta -con un régimen debilitado en su empeño continuista y dos o más polos opositores en primera vuelta- anuncia una competencia feroz y tramposa en todas las direcciones
La tendencia predominante hoy es hacia unos comicios más sucios y traumáticos, con unos posibles resultados que no irían más allá de una dictadura compartida, fracturada y copada por mafias políticas-empresariales muy divididas y enfrentadas.
Con esas perspectivas a través de la vía electoral, los/as partidarios/as de un cambio realmente alternativo y transformador, no tenemos de otra que prepararnos para ejercer la democracia o vía de calle, para promover la rebeldía popular necesaria y asumir una propuesta política y programática claramente diferenciada de las derechas y ultraderechas dominantes, que asuma la ruptura y desmonte de esta institucionalidad putrefacta y la creación de lo nuevo desde pueblo convertido en poder constituyente.
El cambio real es el cambio radical, el que ataca las raíces de los males acumulados y desplaza a todos sus responsables. Lo otro son “amaracos”, simulaciones y fuegos artificiales.
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