Por Isaac Risco
Claro favorito en las encuestas y en breve posiblemente excluido de los comicios: el drama del encarcelado ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva aumentó hoy miércoles la incertidumbre en torno a las elecciones presidenciales del 7 de octubre en Brasil, la cita electoral más grande de este año en América Latina.
Lula, de 72 años, se consolidó esta semana en los sondeos. Datafolha e Ibope, las dos principales encuestadoras del país, constataron el crecimiento de la controvertida candidatura del histórico líder de la izquierda brasileña, que bordea ya el 40 por ciento de los apoyos.
Pese a que purga desde abril una pena a más de 12 años de cárcel por el caso "Lava Jato" ("Lavado de autos"), Lula alcanzó el lunes el 37 por ciento de las preferencias en el sondeo de Ibope e incluso el 39 por ciento en el que publicó hoy Datafolha.
Ningún otro político es tan popular en Brasil: el segundo mejor ubicado, el ex militar y candidato ultraderechista Jair Bolsonaro, alcanza respectivamente el 18 y el 19 por ciento. Ambas encuestas se realizaron después de que venciera el plazo oficial para la inscripción de postulaciones el pasado 15 de agosto.
Lula, sin embargo, probablemente quedará excluido de la carrera presidencial en las próximas semanas.
El Tribunal Superior Electoral (TSE) tiene plazo hasta el 17 de septiembre para decidir sobre varias impugnaciones contra la candidatura de Lula en base a la llamada "Lei da ficha limpa" ("Ley del expediente limpio"), firmada por el propio Lula en 2010 y que impide a candidatos condenados en segunda instancia aspirar a cargos públicos.
Lula, celebrado internacionalmente por la fuerte reducción de la pobreza, el "boom" económico y el ascenso político de Brasil durante sus dos Gobiernos (2003-2010), fue condenado en enero a 12 años de cárcel por la megacausa anti-corrupción "Lava Jato" ("Lavado de autos"), que ha sumido al gigante sudamericano en una grave crisis institucional desde hace cuatro años.
El caso de Lula divide al país desde hace meses. Mientras las clases más pobres siguen confiando en el carismático ex líder obrero, las clases medias y altas lo consideran culpable de la enorme red de corrupción que saqueó las arcas de la petrolera estatal Petrobras durante los años de la bonanza económica.
Las dudas sobre el juicio a Lula las alimentan no sólo la dureza de su condena, sino también la percepción de muchos ciudadanos de que otros acusados por "Lava Jato", como el actual presidente, el conservador Michel Temer, no han respondido aún por las acusaciones contra ellos. El Congreso se negó el año pasado en dos ocasiones a levantar la inmunidad de Temer para que sea juzgado.
En los últimos días, varios observadores internacionales se pronunciaron a favor de una candidatura de Lula, en medio de la lentitud de la Justicia brasileña para avanzar en la causa Lula.
El Comité de Derechos Humanos de la ONU solicitó el viernes a Brasil "que tome todas medidas necesarias para asegurar que Lula pueda ejercer sus derechos políticos desde la prisión".
"También pide a Brasil que no le impida (a Lula) de postular en la elección (…) hasta que sus apelaciones ante los tribunales hayan concluido en procesos judiciales justos", agregó el organismo con sede en Ginebra. El pronunciamiento no es vinculante.
La posible salida de Lula de la carrera disparará previsiblemente la incertidumbre en un país que empieza apenas a salir de la recesión más grave de su historia y sacudido por los escándalos de corrupción.
El dólar superó el martes por primera vez en más de dos años la cotización de los cuatro reales (4,0373) en un escenario atribuido al temor electoral. El candidato más afín al sector empresarial, el centroderechista Geraldo Alckmin, obtiene sólo un 6 por ciento en la última encuesta.
Y Bolsonaro, el candidato antisistema temido por muchos como la principal amenaza para la joven democracia brasileña, es el favorito en caso de que Lula no pueda postular.
El ex militar de 63 años suele hacer apología de la última dictadura militar (1964-1985) y es calificado como el "Donald Trump brasileño" por su discurso populista y nacionalista.
Sin Lula en carrera, Bolsonaro alcanzaría el 22 por ciento de los votos y definiría la presidencia con el segundo mejor ubicado en una segunda vuelta el 28 de octubre.
El principal desafío para el Partido de los Trabajadores (PT) de Lula será conservar los votos del ex mandatario en caso de su exclusión.
El previsto sustituto como candidato del PT, el ex alcalde de Sao Paulo Fernando Haddad, alcanza sólo el 4 por ciento en un escenario sin Lula. Y el voto de la izquierda se repartiría entre varios candidatos.
La ecologista Marina Silva, en el tercer lugar de las preferencias, subiría del 8 al 16 por ciento, sin Lula, y Ciro Gomes, candidato del izquierdista PDT, pasaría del 5 al 10 por ciento.