El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva afirmó ayer miércoles en un interrogatorio ante una jueza que nunca pidió las obras con las que fue beneficiado irregularmente por algunos empresarios en una casa de campo que un amigo le había cedido y que usaba frecuentemente como finca de recreo.
Lula, que este miércoles abandonó por primera vez la celda en la que está recluido desde el 7 de abril para cumplir una condena de doce años de prisión, acudió al Foro de Justicia de Curitiba para un interrogatorio de cerca de tres horas en el marco de otro de los cinco procesos que enfrenta igualmente por corrupción.
En la nueva causa, el expresidente es acusado de corrupción y lavado de dinero por haberse beneficiado de las obras por cerca de un millón de reales (unos 270.300 dólares) que tres diferentes empresas hicieron en una casa de campo en Atibaia, municipio en el interior del estado de Sao Paulo.
La casa es de propiedad del empresario Fernando Bittar, un viejo amigo de la familia de Lula, que la cedió temporalmente al expresidente en 2010 para que pudiera disfrutarla con su familia.
"Hicieron esas obras sin que yo se las pidiera. Es gracioso porque primero hacen una obras que yo no les pedí y después negocian un acuerdo con la Justicia en el que se comprometen a citarme", afirmó el exmandatario.
Las diferentes obras y reformas fueron realizadas por una firma de propiedad de José Carlos Bumlai, un empresario amigo de Lula, y por las constructoras OAS y Odebrecht. Las tres fueron condenadas por haberse beneficiado de contratos usados para desviar recursos de la petrolera estatal Petrobras.
Los propietarios de las empresas Odebrecht y OAS declararon ante la Justicia que costearon las reformas en la casa de campo como sobornos por los beneficios que recibieron en el Gobierno de Lula.
El exmandatario afirmó inicialmente que desconocía las acusaciones en su contra, ya que creía que lo estaban acusando de ser el dueño de la casa de campo.
Luego de que la jueza le aclarara que no se le acusaba de ser el dueño de la propiedad sino de haberse beneficiado de las reformas hechas en el lugar, el expresidente afirmó que ningún empresario puede afirmar que él pidió que realizasen las obras.
"Voy a esa casa de campo porque el dueño me autorizó a ir, por eso mis objetos personales estaban allá", afirmó.
Agregó que en ningún momento se le ocurrió preguntar quién estaba financiando y quién estaba pagando esas obras debido a que la propiedad no era suya.
"No tenía conocimiento. En ningún momento me interesé. La casa no era mía y no tenía por qué preguntar por esas obras. No pregunté porque la casa tiene dueño y el dueño es Fernando Bittar", dijo.
Bittar, que es socio de uno de los hijos del expresidente en una empresa de tecnología, afirmó al ser interrogado esta semana por la misma jueza que pensó que las obras en la casa de campo eran costeadas por Lula.
El expresidente, por su parte, aseguró que no pagó por las reformas porque la casa no era suya. "Yo no encomendé las obras, no tenía por qué pagarlas. Pensé que el dueño las había pagado", dijo.
El exjefe de Estado, sin embargo, no supo explicar por qué algunos de los recibos de las reformas en la casa de campo habían sido hallados en un allanamiento a su residencia particular en Sao Paulo.
Durante el interrogatorio, Lula tuvo algunas discusiones con la jueza federal Gabriela Hardt, que sustituyó como titular del juzgado 13 de la ciudad de Curitiba a Sergio Moro, que comandó la operación que destapó las corruptelas en Petrobras y que condenó a Lula, luego de su renuncia para poder asumir en enero como ministro de Justicia en el gobierno del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro.
Hardt lo interrumpió cada vez que el expresidente intentó colocar en duda los trabajos de la Fiscalía y de Moro, a quien Lula acusó en varias oportunidades de ser amigo del primer empresario condenado por las corruptelas en Petrobras.