En esta segunda parte, comparemos el tema de las copias desde mi punto de vista y experiencia como editora de modas y docente de diseño.
Hay diferencia muy grande entre escribir con un propósito y escribir para salir del paso, en el diseño de indumentaria también. Me explico.
Cuando una de mis #promesasdelamoda entrega una asignación que, aunque cumpla los criterios que le pedí carece de esfuerzo creativo, mi respuesta siempre es "está muy bien, ahora que lo haga un diseñador/a". De esta manera entiende que debe repetir el trabajo pero esta vez poniendo en práctica sus capacidades, si es que las tiene. Si se sienta a copiar de una revista, me doy cuenta; si le copia a otro compañero, me doy cuenta; si me copia una propuesta de otra materia, me doy cuenta.
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Con esto no quiero decir que soy la que más sabe, sino enfatizar que el copión siempre será descubierto, porque los seguidores de la moda no son tontos y porque cada diseñador tiene un estilo que lo identifica. Incluso si es un principiante, ese estilo solo madurará a medida que vaya desarrollándose profesionalmente, el estilo no se puede copiar. Cuando diseñas, creas con propósito, tienes una visión.
"Las ideas están en el aire y la gente creativa las absorbe", decía mi maestra de diseño Aída Flores; yo le agrego: "No solo las absorbe, las asimila, las digiere, las moldea, las transforma y las vuelve parte de sí mismo, impregnado su marca personal".
Cuando alguien copia la idea de otro, ese propósito se pierde, no hay visión, por aquello de que nadie piensa en cabeza ajena. El copión no se desarrolla, no define un estilo, pues su único propósito es salir del paso de la manera más fácil, por eso a veces vemos colecciones de diseñador que una temporada son una cosa y la siguiente otra, son piratas o copistas. Si comparamos esta práctica con una enfermedad mental sería sin dudas la bipolaridad.
El bipolar querrá ser un día Marc Jacobs y al siguiente Tom Ford. Pero nunca utilizará el tejido adecuado, buscando una caída o un entalle específico, tampoco se preocupará por que la textura se vea o se sienta de tal o cual manera, pues esos detalles están en la mente del creador original como parte de su marca, de su estilo.
Ahora bien, otra cosa son las referencias. Y hay que estar claro en que, como herederos de los estilos que marcaron las décadas del siglo XX, siempre viviremos bajo la sombra de Chanel, Dior Saint Laurent, Rabanne, Givenchy, Westwood y la larga lista de diseñadores que moldearon las siluetas durante esos 100 años.
Entonces, ¿debemos validar las copias y aplaudir al copión? Sí, porque validarla como copia no significa que se apruebe. Y no, porque aplaudir implica aceptar.
¿Se permite que el copión se escude en las tendencias o la influencia de estilos? No, porque los estilos se adaptan a las tendencias, no al revés.
¿Hay que aceptar aquel decreto popular que reza que en la moda todo está hecho? No, porque porque para hacer lo que ya está hecho, no hace falta estudiar, ¡para mejorarlo sí!
Sí, es cierto que las ideas están en el aire y la gente creativa las absorbe. ¿Lo hacen todos al mismo tiempo? Sí, pero para eso se han promulgado leyes como la 65-00 sobre derecho de autor, que protege entre otras cosas, las obras de artes aplicadas, renglón al que pertenecen las prendas de vestir. Queda pendiente investigar de qué manera.
Ojo, la vieja costumbre de llevar un recorte a un atelier para que lo reproduzcan es una de las prácticas más antiguas de la moda ¡en todo el mundo! La diferencia es que un diseñador tomará ese recorte como referencia, un copista o pirata de la moda simplemente lo repetirá sin concepto alguno. Y por eso las copias nunca superarán al original.
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