"¡Libérenlos o ardan!"

jueves 6 marzo , 2025

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Por: Pavel De Camps Vargas

Trump desata un ultimátum feroz contra Hamás, dispuesto a incendiar Gaza y reescribir el destino de Oriente Medio con sangre y fuego.

La chispa que puede incendiarlo todo

Donald Trump ha arrojado una bomba al polvorín de Gaza. Desde la Casa Blanca, tras un encuentro con rehenes liberados, el presidente de Estados Unidos rugió a Hamás: "Liberen a todos los cautivos ahora —vivos o muertos— o será su fin". Su ultimátum, un trueno que retumba en el mundo, promete a Israel "todo lo necesario para aplastarlos" y asegura que "ni un solo miembro de Hamás quedará en pie" si no ceden. "Habrá un infierno que pagar", sentenció, con una furia que hace temblar la frágil tregua y pone al planeta al borde del abismo.

"Después del sábado, el infierno se desata", había advertido días antes, marcando una cuenta regresiva implacable. Este no es un juego diplomático: es una declaración de guerra total. Trump, en el poder desde enero de 2025, ha transformado la crisis de los rehenes en un campo de batalla personal, dispuesto a respaldar a Israel hasta las últimas consecuencias.

Sangre, ruinas y rehenes

La guerra en Gaza, desencadenada el 7 de octubre de 2023 por un ataque brutal de Hamás que masacró a 1.200 israelíes y secuestró a 240 personas, lleva más de quince meses de devastación. Israel respondió con una furia arrasadora: más de 46,700 palestinos han muerto —algunos dicen 48.000 –, decenas de miles están heridos y Gaza, hogar de 2.3 millones de almas, yace en cenizas. La ONU clama que es "una catástrofe sin igual", con cientos de miles huyendo entre escombros y desesperación.

En enero, una tregua tambaleante, forjada por EE.UU., Egipto y Catar, frenó las armas. Hamás soltó a algunos rehenes —mujeres, niños, extranjeros— en cinco intercambios, mientras Israel liberó a cientos de prisioneros palestinos. Pero el horror persiste: aún quedan 59 cautivos, y se teme que menos de la mitad respiren, incluido Edan Alexander, el estadounidense cuya suerte obsesiona a Washington.

El martillo de Trump

El presidente ha roto todas las reglas. EE.UU., que por décadas rehusó negociar con terroristas, ahora juega a dos bandas: contactos secretos en Doha con Hamás —"un esfuerzo de buena fe", dice la portavoz Karoline Leavitt— y amenazas de aniquilación. "Adam Boehler tiene mi autorización para hablar con esos bastardos", afirmó Trump, según fuentes internas, pero su paciencia se evaporó.

El lunes, desde Washington, lanzó su grito de guerra: "¡Libérenlos ya, o están acabados!". En Truth Social, rugió: "Israel tendrá todo para terminarlos. No quedará ni un solo Hamás vivo si no obedecen". Es una promesa de caos: si Hamás no entrega a los rehenes —vivos o en bolsas—, la tregua muere y Gaza arderá bajo una ofensiva sin freno. "Estoy listo para darles lo que necesitan", dijo Trump a Netanyahu en una llamada filtrada, sellando una alianza de hierro. Lo que nos trae a la mente la devastación y las imágenes del 6 de agosto de 1945 de la ciudad de Hiroshima y del 9 de agosto de la ciudad de Nagasaki. Esto sí podría ser un detonante real de iniciar una III Guerra Mundial.

Israel afila las garras

Benjamín Netanyahu, en sintonía con Trump, ha puesto a Hamás contra la pared. "Devuelvan a nuestros rehenes antes del sábado al mediodía o la tregua acaba y las FDI los borrarán del mapa", amenazó el primer ministro israelí. "He ordenado a nuestras fuerzas preparar", añadió, con tropas ya rodeando Gaza como buitres sobre un cadáver. "Trump está en lo correcto: es ahora o nunca", afirmó Netanyahu tras una reunión de emergencia, dejando claro que no habrá piedad.

Si Hamás falla y no entra en razón, Israel desatará bombardeos y una invasión terrestre para "la derrota final". Trump, evasivo pero letal, esquivó preguntas sobre el rol de EE.UU.: "Ya verán. Hamás lo sabrá cuando llegue". Pero sus acciones hablan: armamento pesado y sistemas antimisiles fluyen hacia Israel a ritmo frenético, para una total aniquilación.

Hamás: "No nos doblegaremos"

Hamás no se inmuta, con una actitud irreverente e indiferente con la población palestina. "Trump debe cumplir el acuerdo, no amenazar", escupió Sami Abu Zuhri, portavoz del grupo. "Seguiremos liberando rehenes si Israel respeta la tregua y deja entrar ayuda", añadió, acusándolo de "echar gasolina al fuego". Abdel-Latif Al-Qanoua fue más duro: "Esto es una licencia para que Netanyahu nos masacre". Hamás apuesta por resistir, exigiendo un alto el fuego permanente a cambio de todos los cautivos, no una rendición bajo el yugo de Trump.

El mundo tiembla

La amenaza de Trump sacudirá el tablero global. Egipto y Catar corren para salvar la tregua. La ONU súplica contención: "Los civiles no pueden soportar más", clamó António Guterres. Europa teme una masacre; Irán, aliado de Hamás, brama contra el "chantaje yanqui". En Israel, las familias de los rehenes aplauden a Trump —"No descansaré hasta traerlos", les juró—, pero tiemblan ante una guerra que podría matar a sus seres queridos.

En Washington, la Casa Blanca no titubea: "Se acabó el tiempo de juegos", gruñó un alto funcionario. Los demócratas callan, atrapados entre el patriotismo y el horror. Mientras, Gaza se prepara para lo peor: "Si retienen a los rehenes, están muertos", lanzó Trump a sus habitantes, un ultimátum dentro de otro.

Vida o aniquilación

El sábado se decidirá todo. Si Hamás suelta a los rehenes, Trump y Netanyahu cantarán victoria, y la tregua podría mutar en paz. Pero si resisten, Gaza se enfrentará a un apocalipsis: bombas, tanques y quizás botas estadounidenses en un apoyo sin precedentes. "No habrá salvo en ningún rincón", prometió Trump, evocando una cacería mortal contra la cúpula de Hamás. "Esto no es negociación, es extorsión", dice Guy Ziv, experto en Oriente Medio. "Hamás no cederá tan fácil, y el precio será sangre", de miles de niños inocentes.

Pero el silencio ensordecedor de los países árabes resuena como un eco fúnebre. Mientras Trump y Netanyahu afilan sus espadas, las naciones vecinas —otrora voces de protesta— miran de reojo, mudas ante la tormenta que se avecina. ¿Es este el objetivo final: la destrucción total de Gaza, con sus niños y mujeres inocentes atrapados en la mira, vistos por los halcones como si fuera Hamás? El mundo espera, con el aliento cortado, si esta será la chispa que apague vidas o la que prenda un infierno eterno. Gaza tiembla, y la historia no perdonará.

A todos que nos hemos callado. No estoy en contra de mi amada Israel, pero no puedo callar, ya que me hace recordar el holocasto y a la vez, a los 47 de judios que se salvaron con la acogida de la República Dominicana. El mundo no puede olvidar que en 1938 el presidente estadounidense Franklin Roosevelt convocó una cumbre de 32 países y organizaciones privadas en Evian. La República Dominicana fue el único país que se ofreció a darles asilo a los judios. Es tiempo que nueva vez que los dominicanos anhelamos la voz y demos asilos a los niños y mujeres de palestina antes que podamos ver el infierno que se puede desatar.

Redacción Z Digital

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