Por Antonio Torres del Cerro
La peruana Vanesa Campos fue apaleada y disparada en el tórax el 16 de agosto en París. Su asesinato, a manos de un grupo de hombres, ha servido para que muchas prostitutas transgénero, la mayoría latinas, se hayan decidido a denunciar el ambiente de intimidación e inseguridad en el que trabajan.
Vanesa, de 36 años y residente desde hace dos en París, era una de las decenas de prostitutas que ejercía por las noches en el parque de Bois de Boulogne, en el oeste de París, lejos de la vigilancia policial y a merced de grupos asaltantes, como el que acabó con su vida.
"A Vanesa la mataron como a un animal", lamentó a EFE Tete, una profesional del sexo argentina, de Córdoba, que conocía a la peruana asesinada.
En una calurosa noche parisina, un grupo de ladrones que ronda por la zona intentó robar a uno de los clientes que buscaba los servicios de las prostitutas. Vanesa, conocida por encarar con valentía las situaciones de acoso físico o verbal, intercedió en favor del hombre.
Fue cuando, en medio del frondoso parque, la apalearon y le dispararon en el tórax, herida que le resultó mortal. Según las prostitutas transgénero, un suceso tan trágico estaba al caer.
"En el bosque a la noche, y si sale una sola, no sabe lo que le va a pasar… La zona en la que estaba ella, tal como están las cosas ahora mismo, en ese lugar, era peligroso", lamentó la argentina Paola Montenegro, de 39 años y compañera de trabajo de Vanesa.
Las decenas de prostitutas trans se sienten "perseguidas" por la ley de 2016 que multa a los clientes entre los 1.500 y los 3.750 euros.
A muchas eso les obliga a trabajar en lugares aislados para estar fuera del radar de la policía y proteger a sus clientes de las sanciones. En ese contexto de clandestinidad, las bandas de ladrones campan a sus anchas y se aprovechan para saquear los vehículos de los clientes.
"A veces piensan que somos nosotras las que le hemos robado (…) A mí ya me han pegado en dos ocasiones", se indignó Tete, para quien la solución es la "legalización" de la prostitución.
Esa vía, según la mujer, les permitiría "sindicarse" y gozar de un mayor seguridad cuando se ven forzadas a ejercer.
"Quiero dejar de ser puta, pero no me contratan, en cuanto se dan cuenta de la voz. No quiero estar haciendo felaciones hasta la vejez", aseveró la argentina.
Una gran parte de transgénero que se dedican a la prestación de servicios sexuales en París proceden de Latinoamérica. Se trata de bolivianas, paraguayas, argentinas, brasileñas, uruguayas, peruanas o ecuatorianas que aterrizaron en la ciudad del Sena para buscar una vida mejor, tanto económica como socialmente.
Muchas, sin embargo, se han decepcionado por lo que han vivido en Francia, el país cuyo lema es "la libertad, la igualdad y la fraternidad". El asesinato de Vanesa es la gota que colmó el vaso.
"Yo creo que es un crimen contra las personas trans, es un transfeminicidio", opinó en declaraciones a EFE la argentina Cuca García, residente en Francia desde hace décadas y presidenta de las asociación Pari-T, en favor de la integración de las personas trans.
Para la activista no hay soluciones mágicas en el actual marco legal. "Que haya mucha policía es una medida un poco difícil. Cuando está la policía, los clientes no van a venir y las chicas se van a esconder si no están regularizadas", asumió.
Cuca, de 64 años, encabezó la concentración en homenaje a Vanesa que se celebró en París este miércoles en el paseo Coccinelle (norte), inaugurado el pasado año y dedicado a la figura pionera en la lucha por los derechos de las personas transgénero.
Por segunda vez en una semana, decenas de prostitutas y miembros de colectivos LGTBI se movilizaron para pedir justicia para la peruana procedente de localidad de Cayaltí.
De momento, hay cinco hombres imputados y encarcelados provisionalmente. Una de las incógnitas del caso es de dónde procedía el arma de fuego que mató a Vanesa.
Según la revista "Le Canard Enchaîné", la pistola se la habían sustraído a un policía.