Allá por donde va, Joan Manuel Serrat lleva con él a su preciado Mediterráneo, el mar que dio nombre a su célebre álbum publicado en 1971 y que llegó a Montevideo con su brisa y su aroma, los mismos que marcaron la vida del cantautor español.
Con su particular estilo sobrio y recatado, Serrat saltó al escenario de un Antel Arena abarrotado por seguidores de todas las edades que se entregaron por completo desde los primeros acordes del "Nací en el Mediterráneo" con el que abrió el espectáculo.
Acompañado por otros seis músicos, "El Nano" repasó los diez temas que componen la obra que creó 41 años atrás en "un hotel de la Costa Brava" española, tal y como confesó a un público que en cada intervalo le regalaba piropos como "genio" o "poeta".
Con canciones como "Lucía" o "Barquito de papel" se llevó las mayores ovaciones de una noche que, a pesar de no ser la primera en el país austral, tuvo la peculiaridad de ser la primera en el Antel Arena, un pabellón creado para albergar espectáculos de gran escala como el protagonizado por el catalán.
Junto a su música, Serrat regaló historias varias de su vida, incluyendo confesiones como la de "El tío Alberto", que da título a una de sus canciones, y que pese a no ser un tío de verdad sirvió de inspiración para un joven que comenzaba a conocer la parte más bohemia de su Barcelona (España) natal.
Muchas de sus intervenciones sirvieron para sacar una sonrisa a los asistentes, mientras que otras evocaban la belleza de unos paisajes que tiene grabados a fuego en su memoria, aunque también tuvo tiempo para la critica a ese mar que tanto quiere, pero que ha sido testigo de momentos trágicos como los intentos infructuosos de muchos migrantes por alcanzar un sueño llamado Europa.
"El Mediterráneo también refleja un problema migratorio donde el sur camina huyendo de la muerte, de la guerra, tratando de encontrar un lugar donde meter la vida, donde crezcan sus hijos y se encuentra, en lugar de una mano tendida, una Europa miserable, avariciosa, vieja y sobretodo vil, extraordinariamente vil que parece haber olvidado que Europa creció gracias a las migraciones", aseguró entre aplausos.
Volver a los orígenes es lo que pretendía con esta gira "Mediterráneo da capo", que desde el pasado abril ha presentado por gran cantidad de escenarios a lo largo de Europa y América Latina.
Sin embargo, tuvo tiempo también para repasar otros de los temas que lo encumbraron y que no se recogen en "Mediterráneo" como "Luna de día" o "Caminante no hay camino", en el que recoge los versos de otro gran emblema de la cultura española, el poeta Antonio Machado.
Lo polifacético del espectáculo protagonizado por el cantautor nacido en Barcelona es uno de los motivos que explican que su fama no conozca fronteras, tal y como atestiguó Ana María Baleato, quien lo viene siguiendo "desde hace muchos años" por "sus letras" y porque "es un genio".
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El de María Julia Bassi es un caso similar, quien acudió al Antel Arena acompañada de su hija para escuchar sus canciones favoritas, "Esos locos bajitos" y "Lucía", y para ver a un artista del que es fanática desde que tiene "uso de razón".
Al finalizar las más de dos horas de concierto, el público uruguayo le regaló a Serrat una atronadora ovación que se prolongó durante varios minutos y que afianza más los lazos entre el cantautor y el país en austral, cuya capital lo nombró "ciudadano ilustre" en 2003 y del que se despidió asegurando ser "un amigo para siempre".