Se ha llamado “Sociedad de la información o del Conocimiento” al resultado de la evolución de las sociedades Industrial y Postindustrial, pero el investigador Manuel Castells la denomina certeramente como sociedad informacional por la relación que hay entre los conceptos industria e industrial.
Dice Castells que la globalización se comprende mejor como la interacción de estas redes globales socialmente decisivas, pero los excluidos de esta red son los mismos marginados de la sociedad neoliberal en la que vivimos. Frente a esta realidad, la educación debe convertirse en promotora del equilibrio entre los diversos grupos sociales que coexisten en la mal llamada “brecha digital”, pues evidentemente se trata de una brecha social en la que estamos obligados a buscar alternativas para la inserción de los desposeídos.
Una de las vías para esa inserción social son las políticas estatales a través de la asistencia a los grupos más vulnerables. Pero en la economía imperante esto es una “mala palabra” aunque cuando se trata de la asistencia a las empresas o bancos desde el Estado se vea como una necesidad. Una paradoja.
Otra forma que aporta al equilibrio de la integración de los menos privilegiados es la investigación, pues permite que, en el marco de estas reflexiones, se pueda ayudar a través de la innovación en el aula, a que muchos jóvenes puedan comenzar a ser productores, y no solo meros consumidores de tecnología, una inserción digital necesaria.
En la sociedad dominicana sabemos que un 89 % de los hogares posee teléfonos celulares inteligentes, eso es casi nueve millones de aparatos, según la Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples (Enhogar), frente a una población que sobrepasa los diez millones de habitantes.
Un total el 64 % de la población tuvo acceso a internet en los 12 meses anteriores a la citada encuesta, de la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Sin embargo, el hecho de que se utilice un celular inteligente o internet en el último año no quiere decir que el acceso a la tecnología sea mayoritario, pues por el contrario el internet en la mayoría de los celulares corresponde a los llamados “prepagos”, y esto lo evidencia el acceso a internet en República Dominicana que alcanza solo al 25,2 % de los hogares, según la misma ONE.
Muchos culpan a internet por la falta de lectura en los jóvenes, otra paradoja, pues nunca había sido tan abundante la cantidad de información que circula para quienes tienen acceso a internet. Frente a esto se abren diferentes interrogantes: ¿Estamos observando la evolución del fenómeno de internet desde las aulas, con sus diversas aplicaciones? ¿Estamos partiendo de los diferentes contextos en que vive la juventud dominicana para ayudar a que las TIC tengan un impacto positivo en la sociedad? Creemos que no.
Necesitamos que la escuela, como sistema de enseñanza, camine al mismo ritmo que la evolución del uso de las TIC por parte de nuestros jóvenes. Ese es un paso fundamental hacia una educación de calidad.
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