ONU

La ONU en crisis y un presidente libertario impedido doctrinario

miércoles 25 septiembre , 2024

Creado por:

Julio Santana

Durante la celebración del 79º período de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, la organización se mostró como una plataforma que ha quedado rezagada en un escenario mundial marcado por peligrosos conflictos regionales, censura descarnada a la libertad de expresión, genocidios justificados bajo el pretexto de la propia defensa, decadencia moral occidental sistémica, sanciones económicas masivas contra quienes desafían las políticas y acciones de los círculos de poder en Estados Unidos y Europa, hambrunas y pobreza de escala continental, auge del narcotráfico ahora exhibiendo drogas extremadamente peligrosas, y el colapso total de su propia Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, a pesar de encarnar la mayor representatividad mundial en la historia de la cada vez más debilitada ONU.

El número de voces disidentes en las asambleas de la ONU ha aumentado. Estas congregaciones de carácter mundial eran antes encuentros trascendentales, orientadores, trazadores de sendas de progreso e influyentes.

No se trata de encasillar a los oradores más audaces en las categorías tradicionales como la derecha ortodoxa o libertaria, ni en una izquierda lúcida o desfasada. Tanto unos como otros coinciden en señalar la decadencia del poder de disuasión y la capacidad de intervención efectiva de la ONU en conflictos que, irónicamente, son fomentados y financiados por aquellos mismos que sostienen financieramente a la organización, perpetuando la confrontación entre naciones para su propio beneficio, así como la imposición de dictámenes egoístas, lo que incrementa el riesgo real de una conflagración mundial.

El presidente argentino, quien hoy se presenta como el redentor de su pueblo tras décadas de gobierno peronista, ha impuesto en su atribulada nación una agenda económica que, lejos de solucionar los problemas, parece encaminada a convertirse en una fábrica moderna de indigentes, violadores, drogadictos y pobres, superando incluso los nefastos efectos del antiguo modelo peronista.

En su intervención, calificó la Agenda 2030 de las Naciones Unidas como «un programa de gobierno supranacional de corte socialista». Sin embargo, su equivocación deliberada radica en que la verdadera intromisión de esta agenda en los asuntos internos y el control político, social y moral que persigue, no es de naturaleza socialista, sino profunda y esencialmente ultraconservadora.

El poder, tanto visible como oculto, que controla los destinos de las naciones desde los lujosos sótanos de las grandes ciudades estadounidenses, aunque supranacional, no tiene ninguna relación con ideales socialistas, y mucho menos con las doctrinas socialistas reformadas de los últimos tiempos.

En realidad, la transición hacia una crisis irreversible y destructiva de la ONU, alejándose de su misión original como mediadora para asegurar la convivencia pacífica entre las naciones y el desarrollo equitativo, no se debe, como afirmó el presidente libertario, a la promoción de «políticas colectivistas» bajo la Agenda 2030.

Más bien, el problema radica en su instrumentalización por los sistemas de poder occidentales. La realidad es que, frente a estos círculos omnipresentes y enormemente poderosos, la ONU ha cedido por completo, guardando silencio cuando debería hablar con la autoridad moral que ha perdido, y absteniéndose de intervenir eficazmente en situaciones que demandan consensos urgentes.

No es la ONU la que intenta imponer a los países empobrecidos cómo producir, con quién relacionarse, qué deben comer como sugiere el discurso del presidente libertario— ni la que dicta su destino o políticas internas bajo amenaza.

No es la ONU quien define quiénes son los «buenos» o «malos» entre los posibles socios comerciales, tecnológicos o militares. Más bien, existe una sombra siniestra detrás de la ONU, que ante la fractura en curso del orden unipolar controlado desde Washington y los bastiones del poder económico europeo, sigue fomentando una geopolítica cada vez más inestable y peligrosa.

El «leviatán» de múltiples tentáculos al que alude Milei no es más que una marioneta; una entidad que, en otro tiempo valiosa, ha sido convertida en un escenario donde todo está premeditado por las potencias que son sus declaradas aliadas con una precisión tecnológica inquietante.

¿Quién promueve la indiferencia de la ONU ante la constante amenaza que representa Ucrania hacia las dos plantas nucleares en la zona de conflicto con la Federación Rusa?

¿Cómo se puede calificar de «padre de la democracia en Oriente» al gobierno de Netanyahu, que sigue asesinando civiles palestinos y ahora amenaza con invadir Líbano, mientras la ONU, hace de la vista gorda ante el suministro constante de armas y multimillonarios fondos al régimen sionista por sus amos semiocultos?

¿Por qué calla la ONU ante la masiva distribución en el Líbano de dispositivos electrónicos diseñados para matar indiscriminadamente con explosivos ocultos como el tetranitrato de pentaeritritol (pentrita)? ¿Es esta la versión de democracia terrorista que defiende Milei?

¿A quién beneficia prolongar la masacre de ucranianos, apostando a una derrota estratégica de Rusia, cuando existen soluciones negociables que podrían evitar tanta muerte y destrucción?

El presidente libertario, en su estridente discurso culminado con un enfático «carajo», menciona el tema de las Malvinas, pero guarda un silencio notable sobre los más de 70 años de ocupación del territorio palestino por un régimen abiertamente fascista. Es un actor, pero de los más mediocres que se podríamos encontrar incluso en Hollywood.

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Julio Santana

Economista (Ph.D) y especialista en sistemas nacionales de calidad, planificación estratégica y normatividad de la Administración Pública. Fue director de la antigua Dirección de Normas y Sistemas de Calidad (Digenor).

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