La luz al final del túnel: ¿y ahora qué?

miércoles 10 agosto , 2022

Creado por:

Ángel Bello

Durante la mañana de ayer fueron finalmente rescatados los dos mineros que permanecieron atrapados por diez días en un túnel de la mina Cerro de Maimón, en la provincia Monseñor Nouel, tras producirse un deslizamiento de tierra mientras se encontraban en plenas labores. Se trata de Gregory Méndez y Carlos Yépez, el primero dominicano y el segundo de nacionalidad colombiana.

De acuerdo con las autoridades, los exámenes médicos han revelado que su salud física se encuentra en perfecto estado, aunque continuarán haciendo reconocimientos más exhaustivos que propicien mayor precisión en el diagnóstico. Se informó, además, que se procederá a la aplicación de evaluaciones psicológicas y, en ese orden, ofrecerles todo el apoyo que en ese sentido pudieran necesitar.

En casos como éste, los factores que más incidencia pudieran tener sobre la salud mental de las víctimas son básicamente tres. En primer lugar, podemos mencionar la sensación de permanecer atrapado sin ninguna opción para circular y moverse libremente.

Además, la carencia o la precariedad de información con respecto a la esfera de la superficie y al resto del entorno, y, en ese mismo orden, la falta de contacto con los seres queridos, fundamentalmente con la familia y demás grupos primarios, podrían tener un impacto igualmente adverso.

De igual manera, la incertidumbre respecto al futuro y al desenlace que pudiera tener una situación como ésa, la inseguridad y el temor, frecuentemente se convierten en el principal desafío para preservar la salud mental, el cual se amplifica y se hace más difícil de sortear cuando se considera que el final del claustro podría traducirse en la propia muerte.

Las consecuencias que comúnmente se derivan de permanecer en semejante situación de confinamiento, nos refieren a síntomas de ansiedad, episodios de depresión, fobias (sobre todo cuando el individuo se encuentra en espacios cerrados), sensaciones de pánico y dificultades de memoria.

Uno de los cuadros más recurrentes es el trastorno por estrés postraumático, el cual no solo incluye los síntomas mencionados anteriormente, sino que, en adición a eso, podemos citar los trastornos del sueño, las escenas retrospectivas sobre la experiencia traumática, la hipervigilancia o estados de alerta persistentes y sin motivo aparente, irritabilidad y autoaislamiento, entre otros.

En todo caso, es pertinente puntualizar que los daños psicológicos que se derivan de permanecer en semejante situación de confinamiento, están muy en función de las diferencias individuales y las propias capacidades para afrontar los riesgos. Sin lugar a dudas, estas variables marcarán las pautas para cualquier abordaje, ya que tienen mucha incidencia en el procesamiento de la experiencia tanto durante como después del claustro.

En ese sentido, no podemos descartar que, en los casos de Gregory y Carlos, se trate de dos personas con historias de aprendizaje caracterizadas por una alta tolerancia a la frustración y la incertidumbre, orientadas y acostumbradas a los retos, resilientes, con actitud optimista y con un locus de control interno en función del cual presentan una alta autoeficacia y la convicción de que son capaces de afrontar con éxito las adversidades. En caso contrario, como suele ocurrir, se requerirá de mucho más apoyo psicológico y social, y, muy probablemente, de terapia prolongada.

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Ángel Bello

Psicólogo y consultor en Capacitación. Maestría en Gerencia y Productividad. Profesor de la Universidad Católica Santo Domingo.

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