Por Carmen Jiménez
El clima de inseguridad que se vive en Haití va en aumento en medio de la tensión política por las protestas en contra del Gobierno de Jovenel Moise, cuya dimisión exige la oposición al responsabilizarle de la grave crisis económica.
Desde el pasado sábado, Haití ha ido retornando a una relativa normalidad y saliendo de la paralización en la que se mantuvo desde el pasado 7 de febrero, cuando miles de personas salieron a las calles para exigir la renuncia de Moise, pero sectores de oposición han pedido reanudar desde hoy miércoles las movilizaciones y han convocado a una manifestación para este viernes.
A pesar de que los comercios han vuelto a abrir sus puertas y se ha reanudado el transporte público, la tensión en la capital es palpable y el miedo ha hecho que muchas personas aún prefieran resguardarse en sus casas, por lo que hay poca afluencia de tráfico en las calles y muchos alumnos aún no han regresado a las clases.
En Martissant, uno de los barrios mas peligrosos de la capital haitiana, un policía y dos conductores de transporte público fallecieron hoy cuando, en dos hechos aislados, miembros de una banda armada dispararon en su contra y salieron huyendo.
El policía fallecido viajaba en su vehículo junto a otros compañeros para dirigirse a su puesto de trabajo en el aeropuerto de la capital, cuando fueron interceptados por al menos una docena de integrantes de una banda armada que les exigieron entregar sus armas, según informaron a Efe fuentes policiales.
Al resistirse a entregar su arma fue cuando lo dispararon, explicó uno de los compañeros que viajaba junto a él y que sí entregó su arma.
El cadáver del policía fue trasladado por sus compañeros a la comisaria de Portail Leogane, en el centro de la ciudad, donde lo esperaban ya sus familiares.
Varios policías de esa comisaría, en la que el salario mínimo es de 15.000 gourdes (183,5 dólares), explicaron a Efe que la crisis política y económica ha hecho aumentar la inseguridad y que hayan aflorado bandas armadas.
En medio del tenso panorama que vive la nación, la Policía haitiana informó esta semana de que siete extranjeros y un haitiano fueron detenidos por posesión ilegal de armas de guerra.
Los detenidos son cinco estadounidenses, dos serbios y un haitiano quienes, de acuerdo con la información, tenían en su poder varias ametralladoras, pistolas, chalecos antibalas, drones y teléfonos satelitales, entre otros equipos.
Mientras las autoridades haitianas han anunciado que investigan cómo llegaron y los motivos por les han traído al país, el portavoz del opositor Sector Democrático y Popular, André Michel, denunció este martes que se trata de mercenarios que están aquí para trabajar para el Gobierno y que presuntamente tenían en su mira atentar contra dirigentes de oposición.
Michel también señaló que, según sus informaciones, hay personas del Gobierno que están presionando a la policía para que los liberen.
El descontento popular con la gestión de Moise, que inició en febrero de 2017, ha ido en aumento en los últimos meses por la severa crisis económica que se agravó este año por una fuerte depreciación del gourde, la moneda oficial, y el aumento galopante de la inflación.
El Gobierno haitiano ha hecho un llamado al diálogo, que ha sido rechazado por la oposición, y ha anunciado una serie de medidas económicas para rebajar la tensión y para luchar contra la corrupción.
Pero estos mensajes no han calado en barrios como Bel Air,un feudo de partidarios del expresidente Jean-Bertrand Aristide, derrocado por una revuelta armada en 2004, y sus habitantes se preparan ya para manifestarse el próximo viernes en contra del Gobierno de Moise.
En algunas calles de Bel Air, aún permanecen las barricadas que se instalaron durante las protestas de la semana pasada en la que fallecieron al menos nueve personas, según comprobó Efe en un recorrido por este barrio, donde los vecinos cuentan que no entra la policía.
Kaithine Joseph, una vecina del barrio, explica a Efe que hay mucha inseguridad en la zona y que no pueden salir de sus casas después de las siete de la tarde.
Mientras varios niños corretean por las calles ya que aún no han vuelto al colegio porque en esta zona siguen cerrados, Joseph, que tiene 4 hijos, asegura que las movilizaciones en el país no pararán hasta que Moise dimita.
Bel Air es un fiel reflejo del descontento popular y de la difícil situación económica que se vive en Haití, donde más de la mitad de los 10 millones de habitantes sobrevive con menos de 2 dólares diarios, y la tasa de desempleo supera el 50 %.
En este barrio en el que apenas hay trabajo, muchas personas sobreviven gracias a las remesas que les envían sus familiares, según cuenta Joseph mientras sus vecinos corean la consigna "Viva Rusia, abajo los americanos".