El senador demócrata Joe Manchin camina por las instalaciones del Capitolio I Foto: EFE/ Michael Reynolds
Por: Marc Arcas
Joe Manchin, senador estadounidense por Virginia Occidental, lleva más de diez años haciendo malabares para sobrevivir como cargo electo demócrata en uno de los estados más conservadores del país, y ahora amenaza con ser el clavo que remache el ataúd del ambicioso plan de gasto social del presidente Joe Biden.
Su anuncio este fin de semana de que no apoyaría la que se supone que debía ser una de las medidas estrella de la Administración de Biden dificulta enormemente su aprobación para los demócratas, por lo menos en su redactado actual, y ha despertado la ira de sus colegas de filas y de la misma Casa Blanca.
Pero para Manchin, recibir críticas provenientes de su propio partido y halagos de la oposición republicana no es algo nuevo, sino que lleva lidiando con ello durante toda su carrera de legislador al representar al segundo estado que más votó por Donald Trump en los comicios presidenciales de 2020.
Oficialmente, el senador justifica su rechazo al plan porque considera que elevar el gasto gubernamental en 1,75 billones dispararía aún más la ya altísima inflación que vive el país y perjudicaría los bolsillos de los consumidores, pero las razones de fondo tienen sus raíces en cuestiones que van mucho más allá de esta preocupación.
Nacido en un pequeño pueblo minero de Virginia Occidental en 1947 en el seno de una familia de origen italiano y checoslovaco, la vida profesional de Manchin siempre ha estado muy vinculada al sector minero, otrora estandarte del estado y en la actualidad símbolo de su decadencia en paralelo al lento declive de esta industria.
Elegido gobernador de su estado natal en 2004, desempeñó el cargo entre 2005 y 2010, cuando sustituyó al histórico senador demócrata de Virginia Occidental Robert Byrd, que había representado al estado en el Senado federal durante medio siglo.
Aunque Virginia Occidental había sido hasta finales de los años 90 un estado sólidamente demócrata, cuando las prioridades de este partido empezaron a abandonar progresivamente las cuestiones laborales y de clase para centrarse en aspectos identitarios, de raza y de género, el electorado se pasó en masa al Partido Republicano.
Así, desde 2000 los republicanos no han perdido en Virginia Occidental ningunas elecciones presidenciales, de hecho, cada vez han ganado más apoyo y el expresidente Donald Trump (2017-2021) logró el año pasado imponerse con casi el 70 % de los votos.
En este contexto, la supervivencia política de Manchin ha ido siempre estrechamente ligada a su capacidad para distanciarse del ala más progresista del Partido Demócrata, que en Virginia Occidental levanta ampollas y se ve como algo propio de las grandes y decadentes ciudades costeras como Nueva York y San Francisco.
Precisamente, el plan de gasto social ha sido una de las medidas más defendidas por esa ala más izquierdista de los demócratas, que ha sido la más crítica con la decisión de Manchin de no respaldar esa iniciativa de Biden.
Aun así, este político es un importante activo para el partido por sus fuertes vínculos con la industria minera de Virginia occidental, todavía muy poderosa.
Con Manchin este sector cuenta con un aliado de máxima confianza en el seno de los demócratas, algo tremendamente valioso cuando este partido controla tanto el Senado como la Casa Blanca.
De hecho, uno de los principales puntos del paquete de gasto de Biden está vinculado a la lucha contra el cambio climático y apuesta con fuerza por la transición a las energías renovables, por lo que si este no sale adelante, el "lobby" del carbón se anotará un tanto.