Joe Biden y el rostro humano de una reeleccion fallida

lunes 22 julio , 2024

Creado por:

Ángel Bello

El debate presidencial del pasado 27 de junio entre el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump puso de relieve lo que hasta el momento no era más que la punta del iceberg: el deterioro cognitivo del primer mandatario de la nación más poderosa del planeta, que terminó torpedeando su desempeño y multiplicando las dudas sobre sus posibilidades de retener el poder en las elecciones de noviembre próximo.

Sin embargo, esa enorme porción del iceberg sumergida en las aguas de la salud física y mental del cuadragésimo sexto presidente de Estados Unidos, era un secreto a voces, al menos durante los últimos meses, tanto para los ciudadanos comunes  como para los dirigentes y estrategas del partido azul.

Pero mientras los primeros oscilaban entre manifestaciones de preocupación y apelaciones al humor mediante memes, inteligencia artificial y toda suerte de recursos que las redes sociales y el desarrollo tecnológico pone a su disposición, los segundos, sigilosos, se movían a hurtadillas para no despertar las alarmas que dieran al traste con la nominación de quien a todas luces necesitaba relevo.

De esa manera, los gestores y patrocinadores de una languideciente propuesta a punto de colapsar a pesar de sus denodados esfuerzos por insuflarle aliento, antepusieron el éxito de su proyecto político a la suerte que pudiera correr la tierra de George Washington y mucho más allá, manteniendo las riendas de la Casa Blanca por un largo cuatrienio más en las manos temblorosas y las probables decisiones erráticas del también ex vicepresidente.

Tuvo que irrumpir aquel tristemente célebre debate para que quedaran al desnudo las falencias mentales de un hombre que, aún a regañadientes, necesitaba un descanso impostergable.

Ayer, finalmente, los medios de comunicación tradicionales y lo que muchos llaman el «quinto poder», se hicieron eco de la inminente renuncia de Biden a sus aspiraciones reeleccionistas. Una decisión que marca un hito en una contienda que amenaza con dejar cicatrices en la psiquis de un pueblo que también fue testigo de un insólito y desconcertante intento de arrebatar la vida al candidato de la oposición.

El paso al costado del presidente también se cierne sobre el bienestar psicológico del propio gobernante, como individuo y como ser humano, a pesar de que ese ángulo del show político no logre cautivar el foco de los reflectores.

Y es que la jubilación no figuraba en la agenda inmediata del el ex senador, por lo cual dejar de aferrarse a la posibilidad de continuar sirviendo a su país desde el solio presidencial, muy probablemente, debió traducirse en una afrenta a su autoestima y su sentido de autoeficacia, amplificada por una imagen pública que, a raíz de estos acontecimientos, queda públicamente cuestionada en términos de insuficiencia social.

Se trata de un reto que abrirá para él, ya en la privacidad de sus círculos más íntimos, lejos de las estridencias de la política y las fulguraciones del poder, su postrer capítulo en su dilatado derrotero por la vida, viéndose abocado a plasmar allí, a modo de conclusiones, las glorias que supo protagonizar, pero también sus estrepitosos fracasos.

Páginas que tocará escribir a todos, demócratas, republicanos y adeptos de las más diversas ideologías alrededor del mundo, en el epílogo de nuestros años… a menos que el irremisible final apresure sus pasos.

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Ángel Bello

Psicólogo y consultor en Capacitación. Maestría en Gerencia y Productividad. Profesor de la Universidad Católica Santo Domingo.

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