Por: Eleuterio Ekobo
Algo tan sencillo como conectarse a internet en muchos países del mundo es toda una odisea en Guinea Ecuatorial, donde sigue pendiente el reto de instalar una red fiable, económica y accesible para lograr su despegue tecnológico.
En el vistoso Paseo Marítimo de Malabo, la capital de esta excolonia española que gobierna con firmeza el presidente Teodoro Obiang desde 1979, el joven ecuatoguineano Andeme Nsok se sienta empapado de sudor con el wifi activado en su teléfono inteligente.
Con frecuencia, revela a Efe Nsok, recorre 8 kilómetros de ida y vuelta desde su barrio, Elá-Nguema, para "whatsappear" con su hermana, que está en el extranjero, utilizando una red pública instalada en ese paseo que bordea las aguas del golfo de Guinea.
"Lo hago varias veces a la semana", cuenta sonriente, aunque lamenta no poder pagarse una conexión "pasable". "No puedo permitirme una red propia, ni la más barata, porque cuesta casi la mitad del salario", admite.
Al igual que Nsok, en este pequeño país centroafricano la mayoría de la población, con bajos ingresos económicos, tiene todavía vetado el derecho a un internet fuerte, estable y económicamente asequible.
Con ese problema en mente, el pasado mes se celebró en Malabo la segunda edición del concurso tecnológico "Teg Campus", un evento considerado un "pistoletazo de salida" para la carrera del país hacia la tecnología.
En ese foro, el director general de la operadora telefónica estatal GETESA anunció que "pronto" se lanzará la red 4G (cuarta generación de tecnologías de telefonía móvil) en el país, pero no ofreció detalles.
Sin embargo, a Guinea Ecuatorial, que tiene 1,2 millones de habitantes, aún le queda un sendero largo que recorrer para mejorar su red de internet, que entró en la vida de los ecuatoguineanos hace poco más de diez años.
El desarrollo del país en sectores como el de las infraestructuras, debido a la explotación de sus reservas de petróleo y gas natural, no ha ido acompañado de un mayor progreso tecnológico; a diferencia de algunos de sus vecinos, como Camerún, donde la conexión es óptima y asequible.
En la capital camerunesa, Yaundé, 500 francos CFA (0,76 euros) son suficientes para 24 horas de conexión con datos móviles, mientras en Malabo, el mismo precio no da ni para media jornada de conexión ininterrumpida, además de que la red fluctúa y es, a veces, de escasa calidad.
Por eso, los jóvenes, especialmente, buscan poder conectarse en los escasos puntos con wifi. Las contraseñas de estas redes privadas son codiciadas y, una vez conseguidas, se comparten entre unos y otros.
En otras ocasiones, los puntos wifi son públicos, instalados por el Ente Gestor de las Infraestructuras Tecnológicas de Guinea Ecuatorial (GITGE), como el del Paseo Marítimo de Malabo.
Otra alternativa es la utilización de los cibercafés, gestionados en su mayoría por ciudadanos chinos.
"Frecuentemente trabajo con la red de aquí, pero muchas veces es defectuosa y me hace gastar demasiado dinero", se queja Maite, malhumorada en un cibercafé a tiro de piedra de su casa.
"En ocasiones pasan las llamadas de Ese abaratamiento es el sueño de muchos usuarios en un país rico en petróleo que cuenta con la mayor renta per capita de África al exterior y viceversa, pero muchas veces, es imposible", puntualiza un comerciante beninés, que dice remediar la situación enviando y recibiendo audios.
Este es el panorama habitual en las dos principales ciudades del país, la insular Malabo y la continental Bata, pero la situación empeora sobremanera en las zonas rurales.
"La intensidad de las redes públicas funciona en base al número de personas que se conecte a ellas a la vez; pero por lo general es débil", relata a Efe el estudiante Quisito Santos Bakale sobre su batalla cotidiana con internet.
"Con 1.000 francos CFA (1,50 euros) para datos móviles, no me da para hacer un trabajo de clase", se queja un alumno de segundo de Bachillerato.
Como bien resume Ángel Francisco Nkoni, ingeniero y supervisor de calidad y servicio del Órgano Regulador de las Telecomunicaciones (ORTEL), "para que el país avance en tecnología, el coste de internet debería ser muchísimo más bajo".
Ese abaratamiento es el sueño de muchos usuarios en un país rico en petróleo que cuenta con la mayor renta per capita de África, pero en el que mucha gente vive aún en la pobreza (más del 70%, según el Banco Mundial).