Este viernes pretendo ser breve. Lo que voy a decir se resume en pocas palabras. Efectivamente, “Todos somos Emely”. Todo aquel que dice ser dominicano, que es padre, hijo, hermano y amigo se siente conmovido, impactado, indignado y triste por el crimen tan horrendo del que fue víctima esta adolescente de solo 16 años.
A la sociedad en general le duele, me incluyo, nos duele la impotencia de doña Adalgisa, su madre; la mirada triste de su padre; y admiramos, a la vez, el temple de ambos. La fortaleza que han demostrado durante estos 15 meses de litigios ha sido impresionante. De la misma forma, hay que resaltar la calidad humana, la profesionalidad y la valentía del abogado José Martínez Hoepelman, un joven que demostró un alto nivel de compromiso ante este caso.
Sin embargo, a pesar de cualquier sentimiento que podamos estar experimentado, no podemos montarnos en el tren de los argumentos vacíos y carentes de fundamento. No debemos repetir o compartir sin conocimiento de causa o información previa los comentarios de influencers, líderes de opinión y celebridades, quienes de forma poca objetiva no están identificando hacia dónde debe ir dirigido el reclamo y se están centrando en que la justicia no hizo su trabajo porque no atendió el llamado popular de que se dictarán 20 y 30 años a ambos implicados.
El tener una gran cantidad de seguidores que siguen sus carreras, trabajos y puntos de vista debería otorgarles un sentido de responsabilidad aún mayor. El dirigir la queja hacia los jueces, quienes hicieron su trabajo basados en las leyes que establece el Código Procesal Penal de nuestro país, no soluciona el problema que tenemos de fondo; tampoco modificará lo que sí se pudo probar en el tribunal y mucho menos promueve la calma en una población visiblemente enardecida.
Con esto, los influencers que tanto seguimos, admiramos y reposteamos, han demostrado que no investigan, que no profundizan y que se montan en las olas mediáticas para tener visibilidad y no necesariamente para contribuir y llamar la atención sobre los cambios que como nación debemos solicitar.
Han dejado claro que no conocen el Código Procesal Penal, que no entienden que la complicidad está tipificada en nuestras leyes como actos tendentes a la ejecución del hecho, que ser cómplice implica haber participado en el transcurso del hecho no después y que en nuestro país no existe la acumulación de penas, sino que se aplica la sanción más alta.
Tampoco entienden que la sentencia, esta sentencia considerada injusta por el poco tiempo que Marlin Martínez pasará en la cárcel, es producto de un Código Procesal Penal del siglo pasado, que no se ha actualizado y que seguirá igual a menos que quienes hacen opinión motiven a la población a levantarse, unirse y a oponerse a seguir funcionando con unas leyes que no van acorde con la realidad nacional.
Dicho esto, el reclamo no debe ir dirigido a los jueces, mis queridos influencers. Ellos cumplieron con su labor y se apegaron a su herramienta de labor que es el Código Penal. Las condenas no pueden aplicarse por votación popular y tampoco por lo que se dice por redes sociales.
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