Nadie te advierte que dirigir un medio de comunicación no es fácil. Sobre todo cuando eres mujer. Por eso, aprender el oficio del Periodismo bajo la dirección de Inés Aizpún, en el Grupo Diario Libre, ha sido una de las cosas que más he agradecido en mi vida. Y ella lo sabe, porque siempre se lo he manifestado. Por eso este artículo no es para agradecerle, sino para compartir sus enseñanzas.
Recuerdo, como ahora, que uno de los primeros consejos que me dio con su acento español fue: lo único que tiene el periodista en un medio de comunicación es su nombre. Con eso sentenció que debía hacerme responsable de todo lo que investigara y escribiera, porque mi nombre dependía de ello. Un consejo que comparto cada vez que tengo la oportunidad, especialmente con los pasantes que vienen a Z Digital, y que pongo en práctica todos los días… incluso en lo personal.
A pesar de esta premisa, a Inés (recientemente reconocida por la Fundación Corripio por su trayectoria) no le gusta la exposición pública, porque se formó bajo la máxima de que el periodista no es la noticia, algo que en la actualidad parece que ya no es la norma en la profesión, lamentablemente.
En sus palabras: “Para ser periodista… de cualquier publicación, lo esencial es tener curiosidad. Preguntar y preguntarse, leer, estar actualizado, ser crítico”. Así le respondió a su colega Olga Agustín en una entrevista que se publicó para la edición del 20 aniversario de Mujer Única, la revista que dirigió por 15 años.
En esa misma entrevista aseguró que el periodismo de revistas femeninas es uno de los más inteligentes que se puedan hacer: “A fin de cuentas, quien es inteligente es el periodista, escriba donde escriba”.
Y en efecto tiene razón. Cuando inicié en Mujer Única me explicó que debía encontrar mi estilo de escribir, porque en revista no se usa el dijo, manifestó y expresó como en el periódico. Había que ser creativos. Le pregunté cómo se hacía eso y me respondió: “Escribiendo”. Así comencé a enfrentarme al terror de los escritores: la página en blanco, que valga la aclaración no es un mito. Tras esto, y desde entonces, las palabras fluyeron.
Como maestra, periodista y jefa, Inés siempre fue muy exigente. Imagino que aún lo es. De hecho, sus correcciones con lapicero rojo eran como tomar un examen. Si antes de ejercer el periodismo amaba la palabra escrita (lo hago desde que tengo uso de razón), tras esto tomó un valor incalculable, por eso empecé a leer un libro semanal y a consultar la Real Academia de la Lengua cada vez que me asaltaba la duda, y aún lo hago.
Pero las correcciones de los artículos, crónicas o reportajes no solo eran por escrito. También eran verbales. Las preguntas sobre qué objetivos perseguían, por qué debían ser publicados, qué aportaban, si los datos habían sido confirmados, si todo tipo de público lo entendería… me enseñó a defenderlos y a protestar hasta por una coma que me le quitaran (lo siento, Bea*). Al final del día, más que mi trabajo, aprendí a defender mi nombre, que es lo único que tiene el periodista en un medio de comunicación.
Hasta el momento, el siguiente consejo es uno de los más importantes de Inés Aizpún que puede ser aplicado si se quiere tener éxito en todo lo que se haga, incluso periodismo: “La constancia y la disciplina no son valores que estén de moda, pero no fallan”.
Y sí, lo dijo una mujer en una revista para mujeres.