En la vorágine de la vida cotidiana, la población se encuentra profundamente inmersa en sus propios asuntos, seducida por el cúmulo de trivialidades que proliferan en las redes sociales, y distraída por el culto a la celebridad y los episodios de extravagancia que dominan el espectro digital, denominado despectivamente por algunos como "redes de idiotas". Esta distracción masiva oculta la realidad de un mundo que se transforma con una dinámica y peligrosidad alarmantes.
En este contexto global, la indiferencia hacia la tragedia humana se manifiesta con especial crudeza en el desinterés general por la escalofriante cifra de civiles palestinos, entre los que se cuentan numerosos niños, mujeres y recién nacidos, víctimas de un conflicto que, sin lugar a duda, revela una naturaleza genocida.
Asimismo, pocos prestan atención a los acontecimientos en el Mar Rojo y en las adyacencias del océano Índico, donde estratégicos estrechos como Bab el-Mandeb y el golfo de Adén se convierten en escenarios de tensiones geopolíticas. Desde Yemen, los insurgentes hutíes amenazan la seguridad de las rutas marítimas, esenciales para el suministro mundial, especialmente de recursos energéticos.
La espiral de tensiones se extiende más allá, con enfrentamientos diarios en Siria, Irak e Irán, donde grupos radicales combaten la presencia extranjera. La enemistad histórica entre India y Pakistán, ambas potencias nucleares, y el cerco militar chino sobre Taiwán, son otros frentes de un panorama global inquietante.
Recientemente, Europa ha mostrado signos de una escalada militar. Líderes del continente, sin perder de vista algunas disidencias, anuncian planes de rearme. Este cambio de postura se evidencia en la disposición de enviar tropas de la OTAN en apoyo a Ucrania, un país azotado por la controversia y liderado por corruptas figuras emergentes de un contexto político complejo y turbulento conocido como Euromaidán, orientado, financiado y manipulado por Occidente.
El panorama se agrava con la Estrategia Industrial Europea de Defensa, que implica un incremento sin precedentes en la adquisición de sistemas de armamento, en un contexto donde la amenaza percibida de Rusia incentiva un lucrativo mercado de armas, dominado por Estados Unidos y ahora por Francia.
No se pierda de vista el anuncio de la Comisión Europea (CE) del lanzamiento de la Estrategia Industrial Europea de Defensa (EDIP), que busca relanzar el complejo militar conjunto de la UE. De entrada, y solo en calidad de avance, la Comisión ya autorizó 1,500 millones de euros para esos fines, sin duda un incremento espectacular jamás visto de las compras de sistemas de armas en el espacio europeo (ver: SIPRI). Esto, sin mencionar que los gobiernos del continente casi han duplicado (+94%) sus importaciones de armamento entre los periodos 2014-2018 y 2019-2023.
Este enfoque belicista, lejos de buscar una solución pacífica y razonable con Rusia, parece inclinarse por una confrontación que amenaza con desencadenar un conflicto de magnitud incalculable. Los llamados a la moderación y al armisticio, como los del papa Francisco, contrastan con la determinación de algunos líderes europeos de intensificar las tensiones, encabezados ahora por el presidente francés Macron y la presidenta de la CE, Ursula von der Leyen. No están midiendo o no quieren ver el potencial catastrófico de una confrontación nuclear global.
Rusia se destaca como la mayor potencia nuclear, habiendo experimentado una significativa modernización de su arsenal bajo el liderazgo de Vladimir Putin. Su capacidad en armamento convencional supera ampliamente a la europea. Cuenta con el apoyo de un ejército vasto y experimentado, curtido en conflictos recientes y no meramente en maniobras militares en el Mar Negro y el Báltico.
Los 17.3 millones de kilómetros cuadrados de extensión territorial del país albergan una riqueza incomparable de recursos naturales y energéticos. La historia rusa está repleta de episodios de resistencia militar inimaginable, donde el heroísmo y la unidad de su gente resaltan como atributos distintivos. Al igual que Occidente, posee territorios para ella vitales que defenderá con la determinación de su último ciudadano.
Es con profunda convicción que instamos a los líderes occidentales a adoptar el mensaje del Papa Francisco dirigido a la élite ucraniana: "Es imperativo que se observe de cerca la situación, que se piense en el bienestar del pueblo y que se muestre la valentía de optar por la bandera blanca para entablar negociaciones. En la actualidad, es posible negociar con el apoyo de las potencias internacionales. La negociación es un acto de valentía".
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