La creciente preocupación por la escalada de tensiones comerciales y sus efectos negativos sobre la economía global centrarán gran parte de la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, que se celebrará esta semana en Bali(Indonesia).
En el encuentro, el Fondo presentará sus nuevas y esperadas previsiones de crecimiento global, que situó en julio en una tasa del 3,9 % para 2018 y 2019, y que su directora gerente, Christine Lagarde, ya adelantó hace unos días que serán "menos brillantes".
La inquietud ha crecido a medida que el presidente estadounidense, Donald Trump, ha pasado de las palabras a la acción e impuesto multimillonarios aranceles a importaciones de China, a lo que Pekín ha respondido con gravámenes a productos estadounidenses.
En septiembre, EE.UU. gravó las importaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares, y ha advertido de su disposición a agregar aranceles a los 267.000 millones restantes de la balanza comercial con Pekín.
"Una cuestión clave es que la retórica se está transformando en una nueva realidad de barreras comerciales. Esto daña no solo al comercio en sí, sino también las inversiones y la industria manufacturera, a medida que la incertidumbre sigue creciendo", recalcó Lagarde.
Aunque la economía de EE.UU. avanza con solidez gracias al importante recorte fiscal lanzado por Trump, comienzan a percibirse signos de ralentización en varias economías avanzadas como la zona euro y Japón, así como de moderación en la expansión de China.
"Tras el aura de optimismo de 2017, cuando el crecimiento global parecía generalizado, ahora hay una tendencia al pesimismo ante la divergencia que se empieza a ver en la actividad global", explicó a Efe la investigadora del Center for Global Development, Liliana Rojas-Suárez.
Rojas-Suárez subrayó que, además, el crecimiento de EE.UU. viene principalmente "aupado" por las "políticas fiscales procíclicas" de Trump.
El Fondo tendrá también que encarar las críticas estadounidenses al sistema multilateral, que Washington considera inoperante.
Por otro lado, las sombras comienzan a crecer entre las economías emergentes, con varias de ellas mostrando signos de vulnerabilidad ante el progresivo ajuste de las condiciones financieras debido a la subida de tipos de interés en EE.UU. por parte de la Reserva Federal (Fed).
Argentina se vio obligada a pedir un enorme paquete de asistencia financiera al Fondo ante el desplome del peso, que debió reforzar el pasado mes de septiembre, hasta los 50.000 millones de dólares, y Turquía ha tenido que elevar con contundencia sus tipos de interés para contener las dudas sobre la lira.
Precisamente, la reunión de Bali se produce cuando se cumple el 20 aniversario de la crisis financiera del sudeste asiático, en la que se produjeron multimillonarias salidas de flujos de capital y varios países tuvieron que recurrir al apoyo del FMI.
Lagarde también ha avisado de los riesgos del elevado endeudamiento -la deuda global se encuentra en los 182.000 billones de dólares, un 60 % más que al comienzo de la crisis financiera de 2007-, que oscurece el horizonte en un momento de previsible encarecimiento de la financiación tras años de masivos estímulos monetarios.
En esta ocasión, se prestará también especial atención a las posibilidades de las tecnologías para ampliar la inclusión financiera, y el Banco Mundial presentará su Índice de Capital Humano, que clasificará a los países en función de gasto en educación.
La asamblea anual del FMI y el BM tendrá lugar en Bali del 8 al 14 de octubre, y congregará a los ministros de economía y banqueros centrales de todo el mundo, así como a responsables de las principales entidades bancarias internacionales.