Sean estas mis primeras palabras para felicitar al gobierno -no solo al presidente Luis Abinader- por el manejo correcto de la tormenta Fiona que azotó una parte del territorio nacional, con aguaceros que provocaron inundaciones, desbordamiento de ríos y cañadas, daños en la agricultura y en la población más vulnerable de La Altagracia, Higüey, El Seibo, La Romana, San Pedro de Macorís y Samaná, entre otras demarcaciones, muchos de los cuales se vieron obligados a dejar sus hogares y sus ajuares abandonados por los riesgos del fenómeno atmosférico.
Felicitar a la ingeniera Gloria Ceballos, directora del departamento de Meteorología por su labor altamente profesional y efectiva, junto al equipo que la acompaña. Felicitar igualmente al general Juan Manuel Méndez, del Centro de Operaciones de Emergencia (COE), creado en el 2001 durante el gobierno de Hipólito Mejía, como una dependencia de la presidencia de la República, que agrupa a importantes organismos del Estado, tanto civiles como militares, por la atinada labor que realizaron como equipo.
Sería mezquino de mi parte no elogiar la pronta actuación de esos organismos de socorro que rápidamente iniciaron la labor de auxilio y prevención para evitar tragedias humanas y minimizar las pérdidas materiales. Para el gobierno la vida de los ciudadanos fue lo más importante, sobre todo de los más débiles, que son siempre los más perjudicados.
Todo el gobierno se volcó solidario en las provincias del Este, destacándose el trabajo de las EDE, en particular Edeeste; el Gabinete del Ministerio de Agricultura, con Limber Cruz a la cabeza, seguido de Fernándo Duran, del Banco Agricultura, Iván Hernández, del Inespre, entre otros. Lo mismo que Yadira Henríquez, del Plan Social de la Presidencia, distribuyendo miles de raciones alimenticias, colchones, zinc, entre otros materiales para la reparación de viviendas. Carlos Bonilla, del Ministerio de Vivienda, tampoco se quedó sentado en su casa.
El ministro de Obras Públicas, Deligne Ascensión, estuvo “tirado en la calle al medio”, como dice Hipólito Mejía, abriendo caminos, reparando puentes y carreteras. El ministerio de Salud Pública a través de sus distintos organismos socorriendo a los ciudadanos, lo mismo que el Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos, cuidando las presas y evitando desastres mayores. Los militares, dirigidos por el ministro de Defensa, Carlos Luciano Díaz Morfa, sin buscar protagonismo, siempre en un perfil bajo, cumplió finalmente con su responsabilidad, lo mismo que la Policía Nacional.
Desde un principio las autoridades meteorológicas dijeron las zonas que seria afectadas. ¡Y así fue! Se concentraron en esos puntos. Y efectivamente, en la región Este se concentró el trabajo de manera preventiva, no en el Sur, ni en el Norte. Las autoridades sabían donde ir. ¡Y ahí fueron!
Predecir el curso de los huracanes, ciclones y tormentas resulta cada vez más difícil por los cambios climáticos que se han producido en el planeta. El clima es cada vez más inestable, más cambiante e impreciso.
Si Fiona no produjo más daños en las regiones afectadas fue por la intensa labor del gobierno, principalmente del presidente Abinader, que se puso al frente de los organismos de socorro, impartiendo instrucciones en cada momento. Como dijera el general José Manuel Méndez: es la primera vez que un presidente visita el COE y se pone al frente del organismo asumiendo en todo momento, en las buenas y en las malas, su condición de presidente de todos los dominicanos.
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