Falcón es un halcón gansterizado, pariente y tocayo de Falconbridge-Falcondo, transnacional protectora Posadas Carriles, Orlando Bosch y otras porquerías parecidas. Parte de la escoria de lo que una vez se le llamó, con razón, “gusanera de Miami”. Enllave de Pablo Escobar, del Club de asesinos de Medellín y de los socios de Álvaro Uribe.
Inmerso directamente desde joven en la narco-corrupción y sus correspondientes sicariatos.
Cuando la banda de Escobar dejó de estar entre los cárteles preferidos del imperio, cayó en desgracia y cogió 14 años de cárceles, mucho menos de lo merecido. Malvado al fin, delató lo que sabía y metió en el hoyo a sus propios colegas mafiosos, incluido su propio hermano con casi 200 años en las costillas. Pactó, para que una vez liberado, no fuera enviado a Cuba, y sabemos el por qué.
La inteligencia gringa, DEA y CÍA incluidas, aceptaron su petición y lograron que el Departamento de Estado y la Presidencia avalarán lo convenido; y al llegar ahora el momento de aplicarlo, República Dominicana fue escogida como su destino ideal: un basurero estatal a la medida de tal escoria.
El Halcón-escoria ya está protegido por este Estado mafioso, listo y en condiciones para seguir ejerciendo su profesión y asesorar a sus colegas de oficio, ya estén o no en funciones de Estado, o en la sociedad civil.
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¡Bienvenido Falcón! La mafia morada, asociada a la empresarial y a la militar-policial, te saluda respetuosamente al arribar a tu nueva residencia, con chalet incluido.
La DNI, que aloja en sus oficinas la Estación Dominicana de la CIA y que en un 60% es financiada por ella, habrá de protegerlo y brindarle su proverbial hospitalidad para con los extranjeros de su calaña (Figueroa Agosto no nos deja mentir). Así fue acordado primero entre la poderosa CIA y su sucursal DNI, y luego entre ambos gobiernos. En fin de cuentas Trump es el presidente de su decadente imperio y Danilo un gobernador de colonia complaciente cuando se trata de considerarnos un vertedero de basura del imperio impenitente.
La degradación ha sido tan siniestra que no faltan las explicaciones mentirosas de los portavoces oficiales, en las que abundan mentiras y contradicciones de diversos calibres; por lo que es de salud no creerle a ninguno de los que dirigen y ordeñan este reinado del latrocinio, ni tampoco a quienes, a papeletazos sucios, promocionan un país de mentira; mientras la sociedad sufre las constantes fechorías, injusticias y abusos de los detentadores del poder que lo domina.
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