Llaman democracia a una dictadura constitucional.
Se refieren a tres poderes del Estado cuando hay uno solo controlado por una asociación delictiva de políticos, grandes empresarios, corporaciones transnacionales y jefes militares-policiales.
La prensa libre guarda prisión construida por el gran capital local y supranacional.
Los bancos en lugar de ser atracados, atracan a la sociedad.
Apelan a la soberanía en un país colonizado y re-colonizado, con gobernantes subordinados a EE. UU. y al conjunto del imperialismo Occidental.
Las denominadas “altas cortes” ni son cortes ni son altas, sino los componentes superiores de un mecanismo que garantiza impunidad a los que dominan la sociedad llamado sistema judicial.
Los partidos no son partidos, sino compañía por acciones, corporaciones, colmadones, pulperías y timbiriches. Su capital es el presupuesto nacional y todo el patrimonio del país.
Los ciudadanos y ciudadanas son sus clientes.
Las elecciones han pasado a ser mercados.
El llamado presidente de la República es realmente un gobernador de colonia y jefe de la referida asociación delictiva.
El Congreso no es ni el primer, ni el segundo, ni el tercer, ni el cuarto… poder institucional del Estado, sino una dependencia del único existente, que lo controla todo, con sede en el Palacio Nacional, el CONEP y la Embajada gringa.
El Presidente no rinde cuentas, sino cuentos.
Quienes deberían fiscalizar sus cuentos están bajo sus órdenes.
La Cámara de Cuentas se las pasa haciendo cuentos.
Los árbitros electorales son parciales de la asociación delictiva y su jefe político.
El derecho a la salud hay que comprarlo bien caro y la mayoría no puede.
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El sistema educativo aliena.
Los medios de información desinforman y deforman.
La Policía roba y mata tanto o más que las bandas civiles.
La DNCD es un multi-mega cartel: trafica, da tumbe, extorsiona, lava, se asocia y protege a sus capos preferidos. De Contra Droga no tiene nada.
Los policía de transito caotiza constantemente la circulación.
Al saqueo de la naturaleza y a la desaparición del libro, el lápiz y el papel en las escuelas lo llaman progreso.
La seguridad social es totalmente insegura.
La seguridad ciudadana más.
Tenemos un mercado libre controlado por monopolios y oligopolios.
Somos un país sin racismo invadido por la superpotencia haitiana.
Tanto hemos crecido que no cabemos en el continente.
Los productos del trabajo y el conocimiento se lo debemos al Señor.
El Estado de derecho no es más que un Estado de las derechas, por demás gansterizadas.
Abundan, pues, las falacias y las palabras y frases que las sintetizan: democracia, soberanía, República Independiente, Estado de derecho, Seguridad Social, Derecho a la salud, desarrollo sostenible, lucha contra la delincuencia, combate al narco-trafico, policía nacional, presidente, poder legislativo, poder judicial, elecciones libres, libre mercado, ministerio de medio ambiente, libertad de prensa, separación de poderes, cámara de cuentas, invasión haitiana…
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