Por Marc Arcas
Facebook cumplió ayer lunes 15 años en una situación que resulta de lo más paradójica: la empresa vivió en 2018 el peor año de su historia en cuanto a relaciones públicas, con escándalos de principio a fin, pero a su vez registró los mayores beneficios jamás obtenidos.
En estos 15 años, la compañía se ha situado en una posición de ubicuidad en el mundo de la comunicación en internet (además de la plataforma que lleva su nombre, controla Instagram y WhatsApp) y, según los últimos datos publicados por la propia empresa la semana pasada, ya cuenta con 2.320 millones de usuarios en el mundo.
Es decir, alrededor de un tercio de la humanidad está conectado a Facebook.
Pese a haber dado algunas señales de saturación en los mercados occidentales en los últimos tiempos, el número de usuarios de Facebook en el planeta sigue creciendo (incluso en Norteamérica y Europa, aunque a un ritmo menor) y con ellos los ingresos por publicidad.
El año 2018, por ejemplo, se cerró con unos beneficios de 22.112 millones de dólares, un récord para la empresa de Menlo Park (California, EE.UU.), que junto a Google recibe aproximadamente el 60 % de todos los ingresos por publicidad online que se generan en el mundo.
La omnipresencia de Facebook en el ámbito de las comunicaciones digitales es una arma de doble filo, pues si bien es la principal responsable de sus extraordinarias ganancias, también es la razón por la cual la compañía empieza a tener cada vez más detractores y a ser fiscalizada con mayor atención por parte de reguladores en todo el planeta.
El año pasado, el consejero delegado de la empresa, Mark Zuckerberg, tuvo que pedir perdón al Congreso de Estados Unidos por su gestión de la red social, y la jefa de operaciones de la compañía, Sheryl Sandberg, fue llamada a declarar ante ese mismo cuerpo legislativo sobre su posición de dominio en internet.
Fuera de EE.UU., Zuckerberg también prestó declaración ante el Parlamento Europeo, pero rechazó aparecer ante un comité internacional formado por legisladores de Argentina, Brasil, Canadá, Irlanda, Letonia, Singapur y el Reino Unido, que le pedían explicaciones sobre la propagación de información falsa online y su influencia en la política.
La mayor polémica que salpicó a Facebook en 2018 fue en marzo, cuando se reveló que la consultora británica Cambridge Analytica utilizó una aplicación para recopilar millones de datos de internautas de la plataforma sin su consentimiento con fines políticos.
La empresa se había servido de datos de la red social más utilizada del mundo para elaborar perfiles psicológicos de votantes, que supuestamente vendieron a la campaña del ahora presidente estadounidense, Donald Trump, durante las elecciones de 2016, entre otros.
El escándalo fue mayúsculo: las acciones de Facebook se desplomaron en la bolsa y representantes políticos en varias partes del mundo alertaron sobre la necesidad inmediata de regulación de la compañía.
Meses más tarde, en octubre, la red social admitió que piratas informáticos robaron datos personales de 30 millones de cuentas.
Estos dos casos fueron los más sonados, pero 2018 fue un año en el que la plataforma de internet fue noticia por uno u otro escándalo casi cada semana, siendo uno de los más recientes la publicación por parte de The New York Times de que Sandberg ordenó a sus empleados que investigaran los intereses financieros del magnate George Soros.
Las violaciones de la privacidad y el mercadeo con los datos de los usuarios, el abuso de prácticas publicitarias, la difusión de información falsa, la seguridad en la plataforma y su vulnerabilidad ante los "hackers" son todos potenciales talones de Aquiles de una de las empresas más poderosas de internet en estos momentos.
Facebook ha construido en solo 15 años un imperio de la comunicación online que le ha reportado y le sigue reportando inmensos beneficios, aunque precisamente las enormes dimensiones que ha adquirido amenazan con ser su mayor losa de cara al futuro.