La compañía estadounidense Facebook admitió su lentitud a la hora de atajar el "discurso de odio" a raíz de la violencia étnica en Birmania (Myanmar) y que afecta con especial énfasis a la minoría rohinyá.
"Tenemos la responsabilidad de combatir el abuso en Facebook. Especialmente en países como Myanmar donde muchas personas están utilizando internet por primera vez y las redes sociales pueden ser usadas para propagar el odio y avivar las tensiones sobre el terreno", apuntó en un comunicado la empresa.
Facebook aseguró que ha creado un equipo para solucionar el problema y dedicado concretamente a este país del Sudeste Asiático, de donde han huido unos 700.000 rohinyás desde la campaña de represión del Ejército iniciada en agosto de 2017.
Grupos nacionalistas birmanos y extremistas budistas han publicado mensajes, fotografías y vídeos en las redes sociales en contra de los rohinyá, que mayoritariamente profesan en islam.
"Hemos sido muy lentos en prevenir la desinformación y el odio a través de Facebook", aseguran, al citar algunos perfiles de individuos y grupos suspendidos en la red social.
Unos 60 empleados de la compañía revisan actualmente los mensajes denunciados en birmano, pero Facebook prevé contratar a otras 40 personas para el mismo cometido antes de final de año.
"Pero no es suficiente con añadir más revisores, porque no podemos depender solo de las denuncias para atrapar los malos contenidos. Ingenieros de la compañía programan herramientas de inteligencia artificial que nos ayuden a identificar las publicaciones abusivas", señala el comunicado, que no hace referencia directa a los rohinyá.
"También ha quedado claro que en Myanmar, las noticias falsas pueden ser utilizadas para incitar a la violencia, especialmente cuando se combina con tensiones étnicas y religiosas", incide la compañía.
El ataque, el 25 de agosto del año pasado, contra una treintena de puestos oficiales en el estado Rakáin, oeste del país y donde tradicionalmente se asientan los rohinyá, atribuido a un grupo insurgente de esta minoría étnica propició las operaciones militares y el posterior éxodo a Bangladés.
Organizaciones garantes de los derechos humanos han documentado asesinatos, violaciones, torturas y quemas de viviendas cometidas contra los rohinyá por parte de las Fuerzas Armadas.
El saliente Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, llegó a calificar la actuación castrense como "limpieza étnica de manual".