Estados Unidos, que ya rebasó las 101.000 muertes a causa del coronavirus SARS-CoV-2, seguía este jueves sin poder atajar el avance de la enfermedad, de la que se han contagiado 1,7 millones de habitantes en este país.
Con un comportamiento desigual por estados, la pandemia sigue avanzando y cobrándose vidas, con 11.380 nuevos casos y 687 fallecimientos en la última jornada, mientras van surgiendo nuevos datos que reflejan el golpe que está suponiendo la pandemia para la economía. una contracción histórica de su aparato productivo y un desempleo que ha afectado a 41 millones de personas en poco más de dos meses.
UN HITO TRISTE
El presidente estadounidense, Donald Trump, se refirió en Twitter a la cifra de fallecidos a raíz del COVID-19, que sitúa a Estados Unidos como el primer país en superar la barrera de las 100.000 muertes, con más de una cuarta parte del total mundial, y lamentó que se haya alcanzado ese "hito muy triste".
"A todas las familias y amigos de quienes fallecieron, quiero extender mi sincera simpatía y amor por todo lo que estas grandes personas representaron. ¡Dios esté con ustedes!", señaló Trump.
En un mensaje posterior, el mandatario insistió en achacar la culpa a Pekín al afirmar que el coronavirus es un "regalo muy malo de China".
UNA CICATRIZ PARA LA NACIÓN
Por su parte, la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, consideró que la pérdida de esas vidas supone una "cicatriz" para el país.
"Ese gran número de personas es precisamente una cicatriz en nuestra nación", declaró Pelosi a los reporteros, al tiempo que lamentó el "impacto horrible" que esta situación está teniendo entre las comunidades afroamericanas.
Pelosi consideró urgente la realización de más test de coronavirus, aunque confesó que ella no se ha practicado la prueba por recomendación de su médico y por considerar que al hacérsela se estaría poniendo "por delante de otras personas en la fila".
LA GUARDIA NACIONAL SEGUIRÁ DESPLEGADA
Durante la jornada, Trump anticipó igualmente que mantendrá las efectivos de la Guardia Nacional apoyando las tareas de combate de la pandemia hasta mediados de agosto próximo.
"Los hombres y las mujeres de la Guardia Nacional han estado haciendo un gran trabajo luchando contra el coronavirus. Esta semana extenderé sus órdenes bajo el título 32 hasta mediados de agosto, para que puedan continuar ayudando a los estados a tener éxito en sus esfuerzos de respuesta y recuperación", anunció el gobernante en Twitter.
El pasado 22 de marzo, Trump puso a disposición de los estados de Washington, Nueva York y California, los más afectados en ese entonces por el coronavirus, la Guardia Nacional para apoyar sus esfuerzos.
Trump señaló en ese momento que el Gobierno federal asumiría los costos del envío de las unidades bajo el título 32, el cual define el papel de la Guardia Nacional, una fuerza de reserva que opera en cada estado y que pasa bajo control del presidente en tiempos de guerra o crisis.
La Guardia Nacional informó en su cuenta de Twitter que aproximadamente 46.000 de sus integrantes "continúan luchando contra el COVID-19″ junto a sus socios.
COMPORTAMIENTO DESIGUAL
Aunque el estado de Nueva York se mantiene como el más afectado por la pandemia, con 366.733 casos confirmados y 29.529 muertes, según los registros de la Universidad Johns Hopkins, las cifras del avance de la enfermedad han ido decreciendo en los últimos días, lo que ha dado paso a la reapertura de algunas zonas, aunque no de la ciudad de Nueva York.
Este jueves, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, autorizó a las empresas, mediante una orden ejecutiva, que se le niegue el ingreso a las personas que no usen cobertor facial.
Otros estados que han reabierto algunas actividades siguen evaluando el comportamiento de la enfermedad, aunque algunos como Wisconsin, que desde inicios de este mes reabrió sus negocios, han registrado un aumento de los contagios.
Aunque las autoridades locales consideran que es muy pronto para atribuir esas cifras a la reapertura, los organizadores de la feria estatal de Wisconsin anunciaron hoy la cancelación de ese evento, que iba a durar diez días, algo que no había ocurrido en 75 años.
La suspensión de actividades ha trasladado el impacto de la pandemia a la economía estadounidense, que se contrajo entre enero y marzo pasado a un ritmo anual del 5 %, en la primera caída trimestral registrada en EE.UU. desde la crisis financiera de 2008.
Lo peor parece no haber pasado y los economistas anticipan que será en el segundo semestre cuando se evidenciará el efecto del coronavirus en el aparato productivo estadounidense en toda su magnitud.