Cada vez es más frecuente la queja de que en República Dominicana no hay oportunidades de empleos para los jóvenes que se esfuerzan en estudios universitarios y de postgrado, pues cuando solicitan un puesto, les exigen al menos dos años de experiencia. ¿Y cómo van a tener experiencia si están solicitando su primer empleo? Es una pregunta frecuente ante esta complicada situación.
Aunque la reflexión no deja de ser cierta, además de que se requiere de políticas de Estado en coordinación con la clase política y el sector privado para paliar esa situación, en forma particular, los padres y tutores de nuestros jóvenes debemos y podemos hacer algo.
Al respecto mencionaré mi caso en particular. Cuando mi hijo mayor era estudiante de Ingeniería Industrial, decidió buscar un empleo antes de terminar la carrera. Recuerdo que le dije: “si consigues empleo, debes considerar que la prioridad son los estudios. No puedes descuidar la universidad por el trabajo, pues debes terminar la carrera”.
Él siguió buscando y finalmente obtuvo una oportunidad en una empresa de zona franca un poco distante. Me dijo entusiasmado que consiguió empleo. Tenía que entrar a las 6:00 de la mañana y salir a las 4:00 de la tarde para de ahí partir a sus clases universitarias. Además, el salario que devengaría era sueldo mínimo, alrededor de RD$12,000 mensuales.
Recuerdo que me pareció muy forzado el horario y muy bajo el salario, pero no se lo hice saber. Por el contrario, me mostré entusiasmado y le expresé mi orgullo de él por haber conseguido un empleo con su propio esfuerzo, aunque le reiteré que solo podría tomarlo si no sacrificaba la universidad.
Todos los días yo me levantaba a las 4:30 de la mañana para despertarlo y motivarlo a prepararse y estar puntual en la parada de la guagua que lo recogía. Me daba mucha pena verlo en ese sacrificio, sin necesidad, pues yo lo mantenía económicamente.
Sin embargo, cada día le motivaba a hacerlo y a cumplir con su responsabilidad laboral, exhortándole a que tomara todos los cursos y capacitaciones que impartiera la empresa, pues esos son agregados laborales que se convierten en ganancia adicional al sueldo y que se quedan contigo una vez cambies de puesto de trabajo como experiencia y credencial académica.
Al cabo de un par de años, mi hijo había terminado su carrera y ya tenía, precisamente, dos años de experiencia laboral, que adquirió con esfuerzo, salario muy bajo y sacrificio. Una vez graduado, solicitó empleo en otra empresa donde, con título en mano y dos años de experiencia, fue acogido de inmediato con un salario competitivo y mejor condición de horario, lo que le permitió hacer una maestría.
Esa es la parte que nos toca a los padres. He visto a algunas mamás y papás decir que no van a permitir que su hijo se sacrifique trabajando por sueldos de miseria y dejándose explotar en una empresa. Y yo le pregunto: ¿cómo su hijo va a adquirir los años de experiencia si usted no lo motiva a hacer ese mínimo esfuerzo de trabajar, en sus dos primeros años, con horario difícil y sueldo bajo?
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Eso no es explotación para un joven enérgico. Eso es ganancia de experiencia y de responsabilidad para su futuro inmediato en el ámbito laboral.
A los hijos no se les expresa pena por trabajar, por esforzarse, por levantarse temprano y recibir presión laboral de parte de algún empleador. Se les debe motivar a seguir adelante y asumir con responsabilidad las tareas que le sean encomendadas.
Eso les servirá de bien para su futuro. Si, por el contrario, usted lo que quiere es que empiece a trabajar con todas las comodidades desde el principio o que mejor se quede en su casa, entonces siempre tendrá a un profesional desempleado.
La experiencia laboral se adquiere tomando el empleo sin mirar que sea forzado, que el salario sea bajo y que las condiciones no son las mejores, pues ese es el camino para conseguir más adelante un trabajo más cómodo y con mayor remuneración.
Lo importante, eso sí, es no dejar la universidad por tomarle el “gustito” a la remuneración del empleo.
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