Por Gemma Bastida
Fábricas paradas, precios al alza y retrasos en el lanzamiento de nuevos productos: la escasez de chips ha puesto en jaque la industria mundial y lo peor de todo, apuntan los expertos, es que no se vislumbra una solución a corto plazo, por lo que los problemas de desabastecimiento continuarán, al menos, un año más.
Los chips son componentes básicos en un gran número de sectores, imprescindibles para la fabricación de coches, aviones, teléfonos, televisores, videoconsolas, para equipamiento hospitalario y hasta lavadoras. Todo aquello "conectado" tiene incorporado un microprocesador.
La demanda de semiconductores ha crecido de forma vertiginosa en los últimos años, principalmente por el despliegue de las redes 5G y el impulso de sectores como la inteligencia artificial, el internet de las cosas o el coche autónomo, por lo que no es la primera vez que el mercado de chips sufre tensiones entre la oferta y la demanda.
Sin embargo, estos últimos meses los fabricantes de semiconductores se han visto desbordados por la demanda y han sido incapaces de abastecer a todos los fabricantes, algunos de los cuales han tenido que parar la producción. ¿Qué ha pasado para llegar a esta situación?
El efecto confinamiento
El confinamiento derivado de la crisis de la COVID-19 explica este desfase entre la oferta y la demanda, según coinciden los diversos especialistas consultados por EFE.
El cierre de empresas y la paralización de la actividad envió a casa a buena parte de la población mundial, lo que provocó un súbito aumento de la demanda de productos electrónicos, como tabletas, portátiles o videoconsolas, para teletrabajo y entretenimiento.
Aunque esta es la causa principal, otros sucesos fortuitos han contribuido a agravar el actual problema de desabastecimiento, como el incendio que afectó a una fábrica de chips de Japón; la sequía que vive Taiwán, donde las restricciones en el consumo de agua han limitado la actividad industrial, o la ola de frío que asoló Texas y que interrumpió la producción de muchas empresas, entre ellas las de semiconductores.
"Se ha producido la tormenta perfecta", afirmó Joan Jané, doctor en Ingeniería Industrial y profesor del Departamento de Dirección de Producción, Tecnología y Operaciones de la escuela de negocios IESE.
La automoción, principal afectada
La escasez de semiconductores está afectando a buena parte de la industria, pero muy especialmente a la automoción: cuando la pandemia provocó la drástica caída de la demanda de automóviles, el sector se paralizó y dejó de consumir chips, unos componentes que sirvieron para surtir la pujante industria tecnológica.
Ahora que las empresas automovilísticas necesitan nuevamente esos circuitos integrados, se encuentran con que no hay stock y que los productores destinan estas piezas a sectores más rentables, como los fabricantes de teléfonos móviles, que utilizan semiconductores "de vanguardia", de mayor valor añadido y, por lo tanto, más caros.
"Ante un exceso de demanda, los fabricantes priorizan y concentran la producción en los artículos que más beneficios les dan", explicó Ignacio Mártil, catedrático de Electrónica de la Universidad Complutense de Madrid.