La importación de maquinaria especialmente diseñada para procesar el marabú, una especie vegetal invasora que causa estragos en los campos de Cuba, permitirá emplear esa planta para producir electricidad a partir de la biomasa, dentro del plan de la isla para aumentar el uso de las energías renovables.
Los equipos funcionarán en una planta de biomasa -de las tres que hay en proyecto- situada en el complejo agroindustrial Ciro Redondo de Ciego de Ávila (centro-este) que se espera que comience a operar a mediados de 2019, informa hoy el diario estatal Granma.
El objetivo es que esas instalaciones permitan generar, a partir de 1.500 toneladas de biomasa por jornada, 60 megawatts (MW) diarios de electricidad, indicó el ejecutivo Armando Urquiola, gerente de logística de Biopower, la empresa mixta con participación cubana, británica y china responsable del proyecto.
La maquinaria ya fue empleada para suministrar biomasa a una central azucarera de la provincia de Camagüey (centro) y, además de procesar el marabú, deja el campo listo para la surca y la siembra, refiere el artículo.
Urquiola aseguró que por cada tres toneladas de biomasa para su conversión en electricidad, el país ahorra una tonelada de combustible fósil.
Además de la planta de Ciego de Ávila, hay en proyecto otras dos bioeléctricas que producirán hasta 20 MW diarios en las centrales azucareras Jesús Rabí, de Matanzas (oeste), y Héctor Rodríguez, de Villa Clara (centro).
Junto con el marabú, las plantas bioeléctricas también procesarán los residuos orgánicos de la zafra azucarera (el conocido como bagazo) para la generación de energía.
Estas iniciativas son uno de los pilares del plan del Gobierno cubano para reconvertir su matriz energética y ampliar el uso de fuentes renovables hasta llegar al 24 % de la generación eléctrica (el 14 % provendrá de la biomasa) por estas vías en el año 2030.
Ahora, solo el 4 % de la energía que consume el país caribeño proviene de renovables, según los últimos datos oficiales disponibles.
Con ese plan, la isla intenta reducir la dependencia energética del crudo subsidiado de Venezuela, un suministro que se ha debilitado considerablemente en los dos últimos años por la crisis económica en el país suramericano y la caída de los precios del petróleo.
Además de las centrales bioeléctricas, la hoja de ruta incluye parques solares y eólicos, junto con la instalación de calentadores solares, módulos solares fotovoltaicos y la sustitución de millones de bombillas tradicionales por luces LED, entre otras acciones.