Por: Nayara Batschke
Para el médico brasileño Wellington Andraus, cuyas investigaciones resultaron en el nacimiento del primer bebé a partir del útero trasplantado de un cadáver, el éxito de la cirugía es "un ejemplo para el mundo" de que el procedimiento es "viable", según explicó en una entrevista con Efe.
"El nacimiento de una niña sana y sin ningún problema a lo largo del embarazo muestra a todo el mundo que el donante fallecido es factible" y "que el órgano (trasplantado) sigue viable para un posterior embarazo", celebró el médico.
Andraus y su colega Dani Ejzenberg trasplantaron en 2016 un útero de una donante fallecida a una paciente de 32 años, quien "tan solo 15 meses después", dio a la luz en el Hospital de las Clínicas de la Universidad de Sao Paulo, a una bebé, "una niña sana que está a punto de cumplir un año" de vida.
"Fueron más de tres años de preparación. Nos hemos preparado, hemos estudiado todo lo que fue publicado y realizado previamente. Entrenamos con investigación y cirugías de experimentación", contó Andraus.
Esos tres años de preparación incluyeron una visita al doctor Mats Brännström, responsable del desarrollo de esa técnica en Suecia, país donde se produjo además el primer parto a partir del trasplante uterino de un donante vivo, en 2013.
En total, se han realizado 39 procedimientos de este tipo, lo que ha dado como resultado a 11 bebés vivos hasta el momento.
Si bien admitió un cierto "temor" de que "pasara algo malo" o que la paciente sufriera "una isquemia mayor", Andraus cree que, tras los buenos resultados alcanzados, el procedimiento es un "ejemplo" para todo el mundo de que se trata de una alternativa "viable" que podría aumentar las opciones de concepción para las mujeres con problemas de fertilidad uterina.
"Nosotros venimos ahora a presentar una nueva modalidad que funcionó sin problemas para la paciente y quien ahora está contentísima", conmemoró el médico.
Para la realización del trasplante, Andraus explicó que la paciente pasó por una serie de pruebas médicas y psicológicas y varias consultas con un "equipo multidisciplinar", pero siempre demostró "muchas ganas" de llevar a cabo el procedimiento.
"Es una paciente muy bien preparada, con familia constituida y con un marido. Ella siempre ha demostrado muchas ganas de hacer el procedimiento y tener a su hijo", expresó el médico.
Destacó además que el éxito de la cirugía es un marco no solo para el Hospital de las Clínicas de Sao Paulo sino para "Brasil como un todo" y elogió el trabajo de "todo el equipo" responsable del logro.
Con anterioridad, se habían realizado otros 10 trasplantes de útero de donantes fallecidos en Estados Unidos, la República Checa y Turquía, pero este es el primero en dar lugar a un bebé vivo.
Andraus reconoció que el procedimiento ha generado "polémicas", sobre todo respecto a la "necesidad" de realizarse una cirugía de alta complejidad en pacientes que no corren riesgo de muerte.
"Sin dudas la polémica existe, por el hecho de tratarse de un trasplante de un órgano no vital. Es una discusión que existe, pero el trasplante de útero no es el único órgano no vital que es trasplantado", ponderó.
Asimismo, opinó que se trata de "un procedimiento que mejora mucho la calidad de vida de una pareja que quiere tener un hijo biológico" y de "una madre que quiere quedarse embarazada".
Añadió que existen muchas personas que hacen cirugías por cuestiones ajenas a enfermedades o problemas de salud, como las intervenciones estéticas.
"Quizás sea mucho más noble hacer un trasplante de útero para tener un bebé que someterse a una cirugía estética", señaló.
El médico cree que la "discusión ética" sobre el trasplante de útero de un cadáver "ya está superada", pues los fallecidos donan, también, otros órganos, como riñones, hígado y pulmones.
"Yo creo que ese tipo de trasplante se va a desarrollar por todo el mundo y será una opción más para que las mujeres y las parejas que tienen problemas de fertilidad puedan tener un bebé sano", afirmó Andraus.
El doctor subrayó que el procedimiento ofrece menos riesgos para las donantes vivas y tiene un "gran potencial" de utilización de úteros que normalmente "son descartados".
"Es una alternativa buena, porque usamos el útero de un donante fallecido que ya era donante de órganos, tiene un costo más bajo y ofrece menos riesgos a las pacientes sanas que se someten a una cirugía", concluyó.