En esta semana, miles de maestros han sido convocados por el Ministerio de Educación y sus respectivos centros educativos a los fines de recibir las orientaciones de lugar previo al regreso formal de los estudiantes.
Se trata de brindarles la capacitación y el entrenamiento necesario relativo al protocolo para el retorno a las aulas, luego de un año escolar que transcurrió bajo la modalidad virtual y que planteó singulares retos para la clase magisterial, sin perder de vista, por supuesto, las exigencias que generó en los propios estudiantes y sus familias.
Repensar respecto a la labor que desempeñan, su liderazgo y el impacto en la vida de tantos niños y jóvenes que el mismo genera, pasaron a ser el eje de nuevas y creativas estrategias docentes que pretendían contrarrestar la brecha digital, la falta de acompañamiento familiar en algunos casos y otros factores de riesgo que conspiraron contra el interés y la motivación necesarias para evitar la deserción y lograr los objetivos pedagógicos y el aprendizaje significativo.
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En el contexto de esta pandemia que exigió de los maestros preservar su salud mental, gestionar su temor al contagio y todos los cambios disruptivos que el covid-19 trajo consigo, también debieron enfocarse en ser flexibles y adaptarse al uso de las nuevas tecnologías (TICs), tolerar la frustración ante la disminución drástica del control físico de sus estudiantes debido a la distancia y que les permitía identificar las diferencias individuales en el ritmo del aprendizaje y, por supuesto, manejar sus duelos por familiares y amigos, propios y de sus pupilos, que se arrodillaron ante el virus, lo cual produjo depresión y trastornos por estrés postraumático, entre otros cuadros.
Ahora, de vuelta a las aulas, la noble misión aún no concluye. Todo lo contrario, el compromiso se torna tal vez más complejo. El manejo de la propia ansiedad y la angustia que muchos arrastran, constituye tan solo uno de los desafíos que han de enfrentar, en virtud de que "la inmediatez de la comunicación en un contexto de presencialidad y la vertiginosidad de los intercambios hacen que muchas veces no podamos pensar sobre esto en el momento mismo en que tienen lugar los sucesos. Esto le da a la comunicación un alto grado de espontaneidad y también de riesgo por los efectos de nuestras palabras en los otros. En una modalidad a distancia tenemos mayor posibilidad de pensar sobre lo que decidimos decir… " (Diana Mazza).
A la gestión de las propias emociones para de esta manera poder dar apoyo y estímulo a los niños y jóvenes, se suman retos tales como la adaptabilidad a las complejidades de las normas de bioseguridad en el plantel, crear una propuesta atractiva para reforzar y nivelar contenidos, el mapeo y la ubicación de los que han interrumpido sus estudios, así como también desarrollar competencias y propiciar elevados indicadores de logro.
Sin lugar a dudas, se trata de otro año escolar atípico, donde los maestros deberán crear un clima emocional cálido, caracterizado básicamente por el apoyo, la valoración y la estimulación de los logros del estudiante, el énfasis en el comportamiento solidario y la construcción de la esperanza en tantos niños y jóvenes con proyectos de vida lacerados brutalmente por la pandemia.