El martes de esta semana, en horas de la noche, el procurador de la República, Jean Alain Rodríguez, se disculpó con la magistrada Miriam Germán Brito. Les confieso que esa noche me acosté temprano y vi el video de las declaraciones de Jean Alain al otro día bien temprano. Lo repetí varias veces porque de verdad mis ojos y mis oídos no daban crédito a lo que veían y escuchaban.
Antes de emitir cualquier opinión desde el punto de vista de comunicación, decidí hacer un video en Instagram con la intención de abrir el debate. Luego de posteado, recibí un comentario muy valioso y que resume en cuatro palabras la conclusión sobre este tema. Kelvin Bobadilla escribió: “Justificarse no es disculparse”, y tiene toda la razón.
Cuando pedimos perdón, se supone que estamos admitiendo que cometimos un error, que actuamos de forma inadecuada y que estamos dispuestos a asumir no solo la responsabilidad de nuestros actos, sino a encontrar oportunidades de mejora para que cosas como las que se dieron no vuelvan a suceder. Lo ideal es que cuando nos dirijamos a una persona, una comunidad, una empresa o un grupo al que hemos ofendido con comentarios o acciones, lo hagamos con un mensaje que produzca empatía, que genere un “está bien”, “no hay problema” o un tan ansiado “empecemos de nuevo”.
Cuando nos disculpamos, la intención es mantener esa relación, reestablecerla o al menos sanarla un poco.
Sin embargo, es más que claro que al procurador no le interesa mantener una relación con la magistrada, tampoco construirla y mucho menos empezar de nuevo. Al menos, eso es lo que se percibe tomando como base sus disculpas del pasado martes.
Por eso, en esta columna del Viernes, y en aras de que aprendamos juntos cómo disculparnos públicamente cuando cometemos una falta, quiero compartir con ustedes los puntos de mejora que tuvo la disculpa del procurador.
Empecemos con la justificación. Jean Alain inició disculpándose con la magistrada, asegurando que nunca quiso faltarle el respeto ni como madre ni como mujer, pero (y aquí está el problema) tenía pruebas que no podía dejar de presentar. Mucho se ha hablado de que el procurador no siguió el proceso que manda la ley y no involucró a los demás miembros del Consejo en el análisis de estas supuestas evidencias. Incluso, fue criticado públicamente por esto. Entonces, por qué justificarse utilizando ese argumento.
Punto número dos: cito ejemplos que nada tenían que ver con la realidad nacional. Uno de sus argumentos fue que en otras naciones este tipo de preguntas se realizaban con frecuencia y en escenarios parecidos al del Consejo Nacional de la Magistratura. Puede ser que sí, que efectivamente como país nos falte abrir un poco más la mente. Sin embargo, en este momento, ese no es el procedimiento que se sigue y por lo tanto la referencia no agrega valor a la conversación.
Como tercer y último aspecto, está el mencionar temas que no convienen para quien se disculpa. En este sentido, Jean Alain sacó a relucir a Odebrecht, su compromiso con que se solucionará este caso y que en base a ese compromiso tenía el deber de cuestionar a la magistrada Germán. Resaltar este caso, uno muy complicado por demás y que tiene dos años en los tribunales, no fue la mejor carta para jugar.
Cierro esta Columna del Viernes nuevamente con la frase del principio, esperando que no la olvidemos. “Justificarse no es disculparse”. Gracias, Kelvin, por permitirme usarla.
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