Mas allá de las críticas que sectores opositores puedan formular, creo que el pueblo dominicano debe sentirse orgulloso y complacido con el presidente Luis Abinader, debido a la forma exitosa como ha manejado, primero la crisis sanitaria que afecto a prácticamente todo el mundo; segundo, la crisis económica que igualmente tuvo efectos universales; y tercero, como ha enfrentado los efectos de la guerra de Rusia, Ucrania, Estados Unidos y Europa, que igualmente ha trastornado la economía de todo el planeta. Los éxitos del país bajo la conducción del presidente Abinader han sido reconocidos por organismos internacionales y por otras naciones. La mezquindad política de algunos dirigentes opositores del patio, no han querido reconocerle. Pero bueno, como dice, nadie es medallita de oro para gustarle a todo el mundo.
Cuando bien no ha salido de la catástrofe universal, llega, como ladrón en la noche, el huracán Fiona, causando estragos en una buena parte del territorio nacional, con sus consecuencias perjudiciales para la economía del país, poniendo a prueba nuevamente la capacidad gerencial y política del presidente Abinader.
El pueblo dominicano ha visto como su presidente ha enfrentado todos los obstáculos que se le han presentado durante su mandato de poco más de dos años, después de haber encontró un país devastado por la corrupción, con la institucionalidad colapsada, con un Ministerio Público al servicio del robo y el saqueo, corrompido tanto o más que el propio gobierno, y con una crisis moral que afectó todo el tejido social dominicano.
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Sacar el país del hoyo económico, político, social y moral en que el PLD dejó el país requería de un conductor, de un líder dotado de las condiciones éticas y morales que le permitieran devolverle al pueblo la esperanza, la certidumbre, en medio de la incertidumbre heredada de un pasado nefasto.
Es verdad que hasta su llegada al Palacio Nacional el presidente Luis Abinader no tenía experiencia de Estado, es verdad que no había sido diputado, senador, regidor o alcalde, pero le bastaba su entereza, su voluntad, su capacidad de trabajo, su entrega, bastaba el amor por su pueblo, el deseo inquebrantable de hacerlo bien, transparente y apegado a la verdad.
Cuando Leonel Fernández y el PLD llegaron al poder en el 1996 tampoco habían ocupado ningún cargo importante. Su incapacidad y falta de destreza se pusieron de manifiesto rápidamente. Tanto Leonel como Danilo encabezaron los gobiernos más corruptos de la historia. Se pusieron de rodillas ante el gran capital nacional y extranjero. Los recursos naturales renovables y no renovables fueron regalados, al igual que las otrora poderosas empresas del Estado. “Los 20 años de la Era del PLD” solo sirvieron para enriquecer a sus dirigentes y a los grupos de poder, de los cuales hoy son socios.
El presidente Abinader es un verdadero jefe de Estado, un estadista; no es un delincuente con saco y corbata que anda timando a los demás. Luis no llegó al poder a enriquecerse ni para enriquecer a los demás mientras al país se cae a pedazo y la gente se muere de hambre. Luís es un lujo de presidente. Había muchos años que la República Dominicana no tenía un presidente con sus condiciones éticas y morales.
Y que conste, ¡no es lisonja!
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