Narciso Isa Conde Tiro al blanco

El poder en RD

domingo 2 junio , 2019

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Narciso Isa Conde | Foto: Kelvin de la Cruz

A un capitalismo dependiente, neoliberal y altamente gansterizado le corresponde una dictadura de clase a tono con su esencia.

Aquí esto se traduce en que la preeminente lumpen burguesía transnacional se amalgama con una lumpen burguesía nativa subordinada a ella.

En ambas vertientes de ese poder (o dictadura de clase) predomina el parasitismo, la usura, la especulación y la acumulación de riquezas vía sobre-explotación, corrupción, el saqueo y la depredación.

La vieja burguesía se lumpeniza y la nueva nace lumpen, generalmente a través de la conversión de los políticos mafiosos en empresarios o en socios de empresarios.

El poder de clase es negador de democracia y fomentador de desigualdades abismales.

Es un poder altamente concentrado, integrado por monopolios y oligopolios. Un poder de cúpulas y asociaciones delictivas estatales-privadas que ocupan la punta de la pirámide social.

Sobre la dictadura de clase se monta una dictadura política.

No se trata de una tiranía, ni de una dictadura militar o cívico-militar tradicional.

No es un régimen que aplasta todas las libertades. Carece de esa posibilidad.

Es una dictadura constitucional disfrazada de democracia, en la que todas las instituciones, electas o no, están controladas desde un centro que se llama Presidencia de la República o Poder Ejecutivo, no importa quién sea el titular, y no siempre es el mismo.

Esa dictadura institucionalizada crea y reproduce un mecanismo de corrupción protegido por un régimen de impunidad.

Ese mecanismo y ese régimen operan mancomunadamente a todos los niveles, a todas las alturas y en todas las dimensiones y volúmenes de los delitos de Estado.

Una gran parte de los funcionarios, (altos, medianos y chiquitos)  entran a formar parte de ese mecanismo.

Las instituciones civiles y militares son los escenarios donde se despliegan el mecanismo, mientras el sistema de partido y el capital privado gansterizados son sus gestores y beneficiarios.

El poder dominante es la suma  y mezcla de esos factores.

El sistema de partidos opera dentro de un escenario controlado por componentes de esas dos dictaduras combinadas, con preeminencia de una u otra de sus grandes facciones políticas y empresariales.

Las mayores ventajas generalmente las tiene quien controla el Poder Ejecutivo y la cúpula del partido de gobierno, generalmente trasformado en partido-estado-corporación de la corrupción.

Pero eso no es inexorable.

A veces el desgaste es tal, la ilegitimidad es tan grande, que obliga a otras variantes de continuismo.

A veces, sectores claves del poder de clase y facciones políticas asociadas a ellos, obligan a quitarle presión a la olla, ya sea auspiciando relevo en la corporación o favoreciendo una oposición de igual calaña.

Precisamente ahora están en pleno desenlace la pelea, pendiente de definición, cuál de los continuismos se impone.

Lo que sí está claro es que las vías institucionales del poder establecido conserva, hasta que no sea quebrado en una confrontación de calle, capacidad para bloquear toda opción que implique derrotar su preeminencia.

Por eso es pertinente salirse de la trampa electorera y procurar que el pueblo tome las calles y se transforme en poder constituyente capaz de destituir y desmontar el poder constituido.


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Narciso Isa Conde

Político revolucionario, escritor, miembro de la coordinación del Movimiento Caamañista, de la Izquierda Revolucionaria y la Presidencia Colectiva del Movimiento Continental Bolivariano.

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