El papa Francisco recordó hoy que la pandemia ha agravado aún más otras crisis como la climática, alimentaria, económica y migratoria, y reiteró su llamamiento para que las vacunas contra la covid-19 lleguen también a los países más pobres.
En su mensaje para la Jornada de la Paz, que se celebra el 1 de enero, y que fue publicado hoy, Francisco afirma que este 2020 que se ha caracterizado por la gran crisis sanitaria de la covid-19, también ha provocado "un fenómeno multisectorial y mundial, que agrava las crisis fuertemente interrelacionadas, como la climática, alimentaria, económica y migratoria, y causa grandes sufrimientos y penurias".
En su mensaje recuerda a quienes han perdido a un familiar o un ser querido, pero también a los que se han quedado sin trabajo y a todos los que han trabajado en primera línea y que "se han esforzado y siguen haciéndolo, con gran dedicación y sacrificio, hasta el punto de que algunos de ellos han fallecido procurando estar cerca de los enfermos, aliviar su sufrimiento o salvar sus vidas".
El papa reitera también su llamamiento "a los responsables políticos y al sector privado para que adopten las medidas adecuadas a fin de garantizar el acceso a las vacunas contra la covid-19 y a las tecnologías esenciales necesarias para prestar asistencia a los enfermos y a los más pobres y frágiles".
Algunas organizaciones no gubernamentales firmaron recientemente un documento en el que advertían que "9 de cada 10 personas en los países pobres no tendrán acceso a la vacuna contra la covid-19 el próximo año".
En su mensaje, Francisco afirma que "es doloroso constatar que, lamentablemente, junto a numerosos testimonios de caridad y solidaridad, están cobrando un nuevo impulso diversas formas de nacionalismo, racismo, xenofobia e incluso guerras y conflictos que siembran muerte y destrucción".
Francisco propone en este mensaje "la cultura del cuidado como camino de paz" y para "erradicar la cultura de la indiferencia, del rechazo y de la confrontación, que suele prevalecer hoy en día".
"Animo a todos a que se conviertan en profetas y testigos de la cultura del cuidado, para llenar tantas desigualdades sociales", dice.
Y destaca que "esto solo será posible con el protagonismo generalizado de la mujer, en la familia y en todos los ámbitos sociales, políticos e institucionales",
El papa lamenta que "en muchas regiones y comunidades ya no recuerdan una época en la que vivían en paz y seguridad".
Y denuncia el "derroche de recursos para las armas, en particular para las nucleares" y que "son recursos que podrían utilizarse para prioridades más importantes a fin de garantizar la seguridad de las personas, como la promoción de la paz y del desarrollo humano integral, la lucha contra la pobreza y la satisfacción de las necesidades de salud".
"¡Qué valiente decisión sería constituir con el dinero que se usa en armas y otros gastos militares un Fondo mundial para poder derrotar definitivamente el hambre y ayudar al desarrollo de los países más pobres!", propone.
Francisco también destaca que la educación a la solidaridad debe partir de la familia, "donde se aprende a vivir en relación y en respeto mutuo", pero también recuerda que es misión de la escuela y la universidad y, de igual manera, en ciertos aspectos, los agentes de la comunicación social".
Y que también, "las religiones en general, y los líderes religiosos en particular, pueden desempeñar un papel insustituible en la transmisión a los fieles y a la sociedad de los valores de la solidaridad, el respeto a las diferencias, la acogida y el cuidado de los hermanos y hermanas más frágiles".
A todos ellos, Francisco les pide que "se logre el objetivo de una educación más abierta e incluyente, capaz de la escucha paciente, del diálogo constructivo y de la mutua comprensión".