El optimismo sobre la economía brasileña ha aumentado ante la inminente llegada al poder del presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, cuya investidura será el próximo 1 de enero, según una encuesta divulgada este domingo.
De acuerdo con el instituto Datafolha, el 65 % de los entrevistados cree que la situación económica va a mejorar en los próximos meses, frente al 23 % que opinaba en ese sentido en el sondeo realizado el pasado mes de agosto.
Se trata del porcentaje más alto de la serie histórica, que comenzó en 1997, durante el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso (1995-2002), del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
El 67 % opinó que la situación económica personal prosperará, mientras que ese porcentaje era apenas del 38 % en agosto, de acuerdo con al encuesta publicada este sábado por el diario Folha de Sao Paulo y que entrevistó a 2.077 personas en 130 municipios de Brasil entre los días 18 y 19 de diciembre.
El 9 % aseguró que la economía empeorará, frente al 31 % que opinaba en ese sentido hace cuatro meses.
Según el diario Folha de Sao Paulo, la serie histórica del instituto Datafolha demuestra que el optimismo sobre la economía es usual el mes anterior a la investidura del nuevo Gobierno, aunque los indicadores de este año son mejores que en el pasado.
Bolsonaro, quien venció las elecciones de octubre con un 56 % de los votos, ha prometido enderezar la situación económica del país sudamericano, después de dos años de profunda recesión en los que el PIB cayó más de un 7 % y otros dos de débil crecimiento.
El Producto Interior Bruto de Brasil creció un tímido 1 % en 2017 y lo hará otro 1,30 % este año, menos de la mitad de lo que los analistas del mercado financiero preveían a comienzos de año.
El ultraderechista ha confiado la economía de Brasil a su principal consejero en esa área, Paulo Guedes, quien asumirá el Ministerio de Hacienda con un plan liberal que incluye privatizaciones, reformas y corte de gastos.
Entre los principales desafíos de Guedes está la reducción del abultado agujero fiscal en las cuentas públicas de Brasil, que cerrarán en rojo por quinto año consecutivo, y el control de la deuda bruta del país, equivalente al 77,3 % del producto interno bruto (PIB), cuando en 2014 rondaba apenas el 50 %.