La Escuela Económica

El millonario que vive en un ambiente de pobreza

jueves 2 junio , 2022

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Esteban Delgado | Foto: Kelvin de la Cruz

Una de las desventajas que tiene la informalidad económica es que tiende a acostumbrar a los emprendedores que progresan en ese mundo a mantenerse en el “barrio”, sin permitirse explorar hacia otros estratos sociales acordes con sus niveles de ingresos.

Para entender mejor esto, me permito poner algunos ejemplos. Una joven que vive en un barrio marginado de la capital, tal vez en la margen del río Ozama, posiblemente no está acostumbrada a vestirse y comportarse de la manera más correcta, aun cuando haya recibido educación.

Recibe la oportunidad de un empleo como asistente en una empresa de prestigio cuyas oficinas están en el polígono central de la capital, específicamente en el ensanche Piantini. Cada día ella se traslada a su trabajo en transporte público, llega a la oficina y comienza a rozarse con compañeros de trabajo y con clientes que acuden a la empresa, en un ambiente donde se habla en “otro idioma”, sobre preferencias, costumbres, formas de vestir, hábitos de consumo, que poco a poco se convierten en un aprendizaje para ella. No para que comience a derrochar su sueldito en cosas banales, sino para establecer diferencias sobre el modo de vida de un nivel social más civilizado, aunque suene crudo, que el que se vive cada día en el barrio.

Esa joven sigue siendo pobre, sigue viviendo en un sector marginado, pero va adquiriendo otra mentalidad, una que “la saca del barrio”, en términos prácticos. Ve el mundo y la sociedad de otra manera, pues sabe que hay algo más allá de su entorno y que se ve más sano, más limpio, más atractivo.

Lo mismo pasa con los millonarios del barrio. Siempre pongo el ejemplo de que en cada sector pobre del país hay un “don Papo”: el señor que es analfabeta, pues apenas sabe escribir su nombre, pero tiene un impresionante dominio de la contabilidad y los cálculos.

Don Papo tiene tres colmados, una compraventa y cuatro casas que compró y a las que le agregó tres niveles adicionales, por lo que ahora son cuatro edificios mal hechos, pero aceptables en un sector popular donde no existen las reglas de ordenamiento territorial y planeamiento urbano.

Además, don Papo es prestamista. Se trata de un mediano empresario con ingresos que pueden rondar los RD$5 millones cada mes. Entonces, él tiene una cuenta de banco y cada mes se aparece en la entidad financiera con “un saco” de dinero en efectivo para depositar. El gerente de la sucursal bancaria le acepta el depósito sin mucho requisito, porque lo conoce y sabe que, aunque informal, el dinero tiene origen lícito y no proviene de actividades de lavado.

Sin embargo, don Papo es millonario, pero vive en la pobreza. Mantiene su mentalidad y modo de vida en el barrio marginado donde desarrolla sus actividades empresariales informales y ha criado a sus hijos y nietos en ese mismo ambiente.

Los ingresos que maneja esa familia superan por mucho lo que pudieran estar devengando familias de clase media que viven en sectores residenciales de mejor nivel como ensanche Naco, Piantini, Paraíso, Mirador Norte, Evaristo Morales, entre otros tantos.

Es posible que alguno de los hijos o nietos de don Papo sea inscrito en una buena escuela y que se supere en los estudios, que comience a mirar más allá del barrio y, con el respaldo económico, que sí lo tiene, de su abuelo, entonces comience a plantearse la posibilidad de pasar a un mejor nivel de vida, en un ambiente más civilizado y con más perspectiva de proyección y superación.

Es posible que al leer esto, usted piense que soy vanidoso o que menosprecio a los que viven en un barrio pobre. No es así. Yo vengo de ahí y me enorgullece haberme superado, gracias a los esfuerzos de mis padres y a nuestra mentalidad de superación.

El punto es que, en la medida en que usted va progresando económicamente y en términos educativos, tiene que ir pensando en ubicar a sus hijos en ambientes sociales más adecuados, que les garanticen mejores niveles de educación y perspectivas de proyección más adecuadas. Es como dicen algunos religiosos: “aunque estamos en el mundo, no somos del mundo”.

Esteban Delgado

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