Aunque los congresistas compiten por sus plazas individualmente, la mayoría tiende a adoptar líneas partidarias a la hora de legislar. No hace falta criterios ni educación para aprobar una ley, basta con que la cúpula partidaria trace las pautas de como actuar. “Aquí no tiene que pensar. Pensaremos por usted” (Bosch, 1960), parece ser el lema de los partidos políticos. Sin embargo, el congresista fallecido el pasado sábado 25 de agosto, John McCain, fue, a grandes rasgos, una excepción a la regla.
En su más reciente acto de libre pensamiento y en contra de las directrices de la cúpula de su partido, el senador Republicano John McCain votó en contra del plan de salud propuesto por la administración del presidente Trump (el proyecto de ley fue rechazado 49–51). El momento fue histórico y no para menos. El proyecto de ley ya había sido aprobado en la Cámara Baja y de ser aprobado por el Senado habría significado la pérdida de cobertura en servicios de salud para millones de norteamericanos.
Y es que el voto independiente de McCain viene de lejos. Para el 2002, junto a su homologo Demócrata Russ Feingold, McCain lideró y consiguió la aprobación de la “Ley de Reforma de Campaña Bipartita de 2002” que puso limites a las donaciones a candidatos en campañas políticas. La mayoría de los senadores Republicanos compañeros de John McCain estaban en contra de esta ley. De hecho, ya habían rechazado su primer intento de aprobación en 1998. No obstante, McCain y Feingold lograron alcanzar la mayoría requerida y así lograr su aprobación en ambas cámaras.

John McCain | EFE
Por otra parte, como muchos otros personajes históricos, McCain fue controversial y muchas veces contradictorio. Por ejemplo, a pesar de conocer en carne propia los horrores de la guerra (por haber sido prisionero durante la guerra de Vietnam), apoyó las intervenciones de Estados Unidos en Afganistán e Iraq en el 2003, y luego en el 2008, criticó a Barack Obama por retirar las tropas norteamericanas de esos países. Esto solo para luego admitir en sus memorias1 que la guerra de Iraq fue un grave error y que aceptaba parte de la culpa por la pérdida de vidas que reclamó el enfrentamiento bélico.
Aunque respaldó la administración de Bush en embarcar las invasiones de Iraq y Afganistán, no apoyo todos los detalles de estas. Una muestra visible es que mientras su partido defendió el uso de “técnicas de interrogación mejoradas”, John McCain las denunció como lo que son, ‘torturas.’ Logró aprobar una enmienda al Proyecto de Ley de Autorización de Defensa de 2006 que restringió el uso de ciertas torturas como la ‘depravación de sueño.’ Lamentablemente, dicha enmienda solo abarcó a la milicia y no así a la CIA, que continúo implementando métodos de torturas contra prisioneros sospechosos de actos terroristas.
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El carácter disidente de McCain también se reflejó durante la campaña presidencial del 2008. Por aquel tiempo, muchos Republicanos se hicieron eco de teorías de conspiración sobre la nacionalidad de Barack Obama. De hecho, el hoy presidente Donald Trump llego a solicitarle públicamente que mostrara su certificado de nacimiento. No obstante, John McCain se elevó por encima de ese discurso sin sentido durante un evento donde una partidaria decía desconfiar de Obama por creer que árabe. A lo que McCain respondió: "No señora, Obama es un hombre de familia, un ciudadano decente, con el que tengo desacuerdos sobre cuestiones fundamentales, y de eso se trata esta campaña."
Aunque hoy podríamos criticar muchas de sus posturas, el legado de John McCain puede servir de ejemplo a varios congresistas dominicanos que, para aprobar un proyecto de ley, no necesitan tan siquiera darle lectura. McCain pasara a la historia con la mancha indeleble de ser ‘El Senador Disidente,’ un precio justo por servir a sus constituyentes y demostrar que se puede hacer política sin arrancarse la cabeza para beneficio de las elites del partido.
1 McCain, John. (2018). “The Restless Wave” Simon & Schuster
Bosch, Juan. (1960). “Cuentos Escritos en el Exilio: La Mancha Indeleble.” La edición citada fue publicada por la editora Alfa y Omega en 1970
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