Sean McBride fue premio Nobel de la paz y premio Lenin, un hito del que pocos personajes en el mundo han disfrutado. Adquirió una trascendencia histórica cuando las Naciones Unidas le encargaron elaborar un diagnóstico de la situación de las comunicaciones en el mundo y que entregó en 1980 bajo el título Un Solo mundo, voces múltiples: comunicación e información en nuestro tiempo.
El resultado del informe McBride viene de un proceso interesante de una comisión integrada por personalidades de todo el mundo con ideologías diversas, entre las que se encontraban Gabriel García Márquez, Elie Abel, decano de periodismo de la Universidad de Columbia en EE. UU. y la única mujer comisionada fue la canadiense Betty Zimmerman.
El discurso del informe McBride muestra preocupación por la concentración de las riquezas y de los medios en pocas manos, la aparición de los oligopolios internacionales basados en un modelo privado que deja fuera la realidad de la comunicación horizontal entre todos los miembros de la sociedad, sin importar ideologías, ni condiciones económicas.
En busca del equilibrio en el flujo de las comunicaciones entre los países más ricos y los que se encontraban en vías de desarrollo, nació este informe y hoy se pueden ver sus resultados y el por qué este informe no cumplió con sus objetivos.
Los miembros de la Comisión McBride estaban preocupados por los efectos que pudieran tener esta concentración económica en ciernes, que en la actualidad se puede confirmar tal como indica Enrique Sánchez Ruiz “De acuerdo con el Informe Sobre Desarrollo Humano de 2004, mil 200 millones de personas en el mundo actual sobreviven con menos de un dólar diario; se calcula que 828 millones sufren hambre; 114 millones de niños en edad escolar no asisten a la escuela, 11 millones de niños mueren cada año ‘por causas evitables’, y mil 800 millones de personas viven en países que carecen de los componentes más elementales de la democracia formal”.
Cualquiera diría que la “libre circulación de la información” que promovieron los opositores a McBride es un planteamiento noble, pero no es así, aunque la mayoría ve normalizado el hecho de que existan monopolios en los medios de comunicación y en las empresas que operan en el país.
Esta libertad solo es en apariencias, porque en la práctica quienes trabajan en los medios de comunicación se sienten comprometidos con los poderes económicos que los amparan, por más que en las universidades les enseñemos el valor de la independencia de criterios de un periodista.
Existe hoy más concentración en los medios de comunicación que nunca antes en la historia, al mismo tiempo que se cierran medios, la música está gobernada por dos multinacionales que son quienes deciden la suerte de los artistas, y quienes no forman fila con sus causas políticas y económicas no entrarán en su “reino”.
Los modelos de comunicación alternativa tradicionales han perdido fuerza, pero como siempre hay una luz al final del túnel. Las nuevas realidades irán haciendo palpables los planteamientos del olvidado Informe McBride, para democratizar la palabra y hacer que sea más horizontal el enfrentamiento de los poderes políticos y económicos con las necesidades del pueblo llano, de los países más pobres frente a los países más ricos.
Los divergentes tienen una oportunidad de sentar las bases del pluralismo, ante lo que hoy vivimos. No estamos muy lejos, la discusión en las redes ya comenzó, a pesar de que ahora nos sentimos arropados por los bots que transmiten la visión del pensamiento único.
Para comentar sobre este artículo puede dirigirse en Twitter a: @guichardoanab
Z Digital no se hace responsable ni se identifica con las opiniones que sus colaboradores expresan a través de los trabajos y artículos publicados. Reservados todos los derechos. Prohibida la reproducción total o parcial de cualquier información gráfica, audiovisual o escrita por cualquier medio sin que se otorguen los créditos correspondientes a Z Digital como fuente.