Por Beatriz Pascual Macías
El drama sobre el aumento del techo de deuda ha vuelto en los últimos días a la política de EE.UU. debido a la negativa de los republicanos a aumentar el endeudamiento del país antes del 2 de agosto, momento en el que Gobierno tendrá que tomar acciones extraordinarias para pagar sus facturas.
Los desacuerdos entre demócratas y republicanos podrían tener enormes implicaciones tanto para la economía global como para la agenda del presidente estadounidense, Joe Biden.
En las últimas horas, la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, avisó al Congreso de que el 2 de agosto tendrá que tomar "ciertas medidas extraordinarias" para evitar que la Administración incumpla sus obligaciones en caso de que republicanos y demócratas no lleguen a un acuerdo.
En concreto, si eso ocurre, el Gobierno federal tendría que cerrar -como ha sucedido tres veces en la última década- o, incluso, podría incurrir en incumplimiento de pagos.
Ante esa posibilidad, en una carta enviada el viernes, Yellen adelantó a los legisladores que a finales de julio el Departamento del Tesoro suspenderá la venta de bonos, la vía con la que Estados Unidos financia su deuda.
Esta sería solo una de las primeras "medidas extraordinarias" que podría tomar el Tesoro para seguir pagando a tiempo las facturas.
Para tener efectivo, el Tesoro también podría suspender las inversiones en programas de pensiones o directamente tomar dinero prestado de esos fondos, unas acciones que ya ha adoptado en varias ocasiones en el pasado y que entonces prolongaron la capacidad de pago del Ejecutivo durante meses.
Esta vez, sin embargo, la situación es distinta porque la Administración está gastando una gran cantidad de dinero en programas para mantener a flote la economía por el impacto de la covid-19.
De hecho, Yellen reconoció en su carta que existe "incertidumbre" sobre cuánto tiempo podrían durar esas "medidas extraordinarias" porque, al "desafío" de pronosticar los pagos e ingresos del Gobierno durante meses en el futuro, se suma la "incertidumbre" generada por el coste de las medidas de estímulo de la pandemia.
Según un análisis de julio de la Oficina de Presupuesto del Congreso, esas "medidas extraordinarias" permitirían tener efectivo a Estados Unidos hasta octubre o noviembre, momento en el que se produciría la temida suspensión de pagos de la deuda soberana.
Estados Unidos nunca ha llegado a esa situación, pero ha estado cerca.
En 2011, con Barack Obama en la Casa Blanca, la entonces mayoría republicana de la Cámara de Representantes se negó a aprobar una ley para aumentar el techo de deuda, lo que desató el caos en los mercados financieros y llevó a que Standard & Poor’s rebajara la nota de solvencia del país.
Ese episodio se ha quedado clavado en la memoria de EE.UU. y fue lo primero que vino a la mente de muchos cuando el miércoles los republicanos del Senado amenazaron con votar en contra de un aumento del límite de deuda a no ser que los demócratas accedan a una serie de recortes.
"No me puedo imaginar a ni un solo republicano votando para aumentar el techo de deuda después de lo que hemos experimentado", dijo tajantemente el líder republicano del Senado, Mitch McConnell, durante una entrevista con el medio Punchbowl News publicada el miércoles.
El Partido Republicano, tradicionalmente considerado la fuerza política de la disciplina fiscal, accedió a añadir 7 billones a la deuda del país durante el Gobierno de Donald Trump (2017-2021); pero, ahora, ha argumentado que el aumento de gasto de Biden por la pandemia está llevando al país a una peligrosa situación financiera.
Los demócratas respondieron indignados y su líder en el Senado, Chuck Schumer, consideró que las declaraciones de McConnell eran "cínicas" y que tenían "poca vergüenza".
"Esta deuda es la deuda que creó Trump", respondió desde el hemiciclo Schumer, quien consideró que McConnell está usando la deuda de EE.UU. para sus "juegos políticos".
Esta situación sobre el techo de deuda, que lleva a EE.UU. al abismo cada pocos años, se produce porque el Gobierno gasta mucho más dinero del que obtiene a través de impuestos federales.
Solo en 2021, se estima que el Gobierno incurrirá en unos gastos de 5,8 billones y tendrá 3,5 billones de ingresos, lo que dejará una déficit de 2,3 billones, de acuerdo a la Oficina de Presupuesto del Congreso.
Para financiar esa diferencia entre gastos e ingresos, el Tesoro toma dinero prestado emitiendo deuda.
Sin embargo, el Gobierno solo puede emitir deuda hasta el límite establecido por el Congreso, que tiene el poder de elevar ese techo según crea conveniente
Eso ocurrió, por ejemplo, en julio de 2019 cuando el Congreso aumentó el límite de deuda hasta el 2 de agosto de este año. Es por eso que, ahora, si los legisladores no llegan a un acuerdo, el Gobierno podría quedarse sin fondos para pagar sus facturas.