Al igual que el COVID-19 afecta con más virulencia a las personas con problemas de salud previos, la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus ha desnudado y empeorado las vulnerabilidades financieras que acumularon algunos países en la última década de bajos tipos de interés.
Este es el análisis que hace el Fondo Monetario Internacional (FMI) en su último informe, publicado ayer viernes, sobre Estabilidad Financiera Global, en el que advierte a los países emergentes que se preparen y busquen alternativas a la escasez de financiación a largo plazo y les aconseja gestionar las presiones externas permitiendo la depreciación de sus tipos de cambio, y solo intervenir si la situación se vuelve "desordenada".
"En caso de que la contracción económica actual dure más o sea más profunda de lo esperado, el endurecimiento de las condiciones financieras puede verse amplificado por estas vulnerabilidades, causando más inestabilidad o incluso una crisis financiera", aseguró el organismo de crédito.
En su informe, el FMI también avisa de los riesgos que suscita la crisis en los mercados de crédito privado, y entre sus debilidades menciona una calidad crediticia menor en los prestatarios, estándares más flexibles de contratación y riesgos de liquidez en los fondos de inversión.
Sin embargo, el análisis del FMI subraya que la exposición de los bancos a este tipo de préstamos apalancados y a bonos de alto rendimiento ahora no es tan alta como en el pasado, cuando se produjo la anterior crisis financiera mundial.
Y respecto a la banca, anticipa una reducción de sus ganancias y rentabilidad debido a la coyuntura de bajos tipos de interés que prevé que se mantendrá a largo plazo.
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"La acomodaticia política monetaria ha sido crucial para sostener el crecimiento económico durante este período (…) pero las tasas de interés extremadamente bajas también han comprimido los márgenes de beneficio neto delos bancos", dice el FMI.
Una simulación realizada sobre los principales bancos de nueve economías avanzadas muestra que gran parte de ellos "puede ser incapaz de generar beneficios por encima de su costo de capital para 2025″.
Un problema de la baja rentabilidad bancaria, para el FMI, es que estas instituciones dejen de otorgar financiación a hogares y empresas, "privando a la economía de gran parte del crédito que requiere".
Y otro es que los bancos intenten compensarlo asumiendo riesgos adicionales.
"Nuestro análisis muestra que, más allá de los desafíos inmediatos asociados con el brote de COVID-19, es probable que un período persistente de bajas tasas de interés ponga mayor presión sobre la rentabilidad bancaria en los próximos años", lo que genera el peligro de que los bancos intenten "recuperar ganancias asumiendo riesgos excesivos", asegura el informe.
Eso "puede sembrar las semillas de problemas futuros", advirtió el organismo, que animó a los reguladores a "permanecer vigilantes y evitar cualquier acumulación de riesgos excesivos que podrían reducir la capacidad de recuperación del sector bancario".
El FMI recomendó buscar un equilibrio que proteja la estabilidad y la solidez de las instituciones financieras, al tiempo que apoye la actividad económica, y se mostró a favor de restringir los pagos de dividendos y recompras de acciones en las empresas.
Sobre los mercados emergentes, el FMI afirmó que las fugas de capital sufridas desde el comienzo de la pandemia ascienden a más de 100.000 millones de dólares, casi el doble (en relación con el PIB) que las cantidades perdidas durante la anterior crisis financiera mundial.
"Si bien las salidas han disminuido desde entonces, este cambio dramático subraya los desafíos en la gestión de flujos de cartera volátiles y los riesgos que esto conlleva para la estabilidad financiera", y refleja los mayores riesgos que asumieron tanto prestatarios como acreedores durante el largo período de crédito barato que ha habido.