El colapso de Ucrania que mutila vidas y futuro

viernes 17 enero , 2025

Creado por:

Julio Santana

Mientras el régimen ucraniano, encabezado por el excomediante Vladimir Zelensky, pierde terreno de manera imparable y la operación en Kursk se acerca a su desenlace trágico e inevitable, el alistamiento forzoso de jóvenes, destinado a reemplazar las devastadoras pérdidas del desmoralizado ejército eslavo bajo la dirección de Occidente, alcanza niveles alarmantes de violación de derechos humanos. En este escenario, las autoridades ucranianas recurren a métodos cada vez más brutales, infringiendo principios fundamentales de dignidad humana, mientras la población se enfrenta a un futuro incierto y sufre la falta de perspectivas futuras.

Las familias ucranianas, desesperadas por salvar a sus hijos de una muerte casi segura, recurren a todo tipo de recursos, desde el cruce ilegal de fronteras hasta el fraude, la falsificación de documentos, la manipulación no autorizada de registros electrónicos y el soborno masivo a funcionarios, como lo confirma la propia policía local. Las imágenes que circulan en las redes sociales son desgarradoras.

Los comisarios militares, encargados de la odiosa tarea de reclutar a los jóvenes del país, emplean la violencia física y psicológica, sacando a la fuerza a los hombres de sus hogares frente a sus seres queridos y condenándolos a una muerte segura en cualquier parte del extenso frente de batalla. Las tropas nacionalistas y nazistas, a menudo, disparan a las espaldas de sus propios compañeros ante la vacilación o la rendición inevitable en el fragor de los cruentos enfrentamientos, lo que profundiza aún más el rechazo de los ucranianos a su gobierno títere.

Según las propias autoridades ucranianas, más de medio millón de personas permanecen ocultas, intentando eludir el reclutamiento forzoso. Este rechazo sistemático no solo afecta a los soldados potenciales en diversas regiones de Ucrania, sino también a aquellos enviados a campos de entrenamiento en países occidentales. La deserción llega incluso a las unidades élite del ejército, como lo ilustra el caso de la Brigada Mecanizada Anna de Kiev, entrenada y equipada en Francia, de la cual más de 1,700 soldados desertaron poco después de ser enviados al frente.

El rechazo se extiende también cada vez más a figuras influyentes, como políticos, miembros de la Rada Suprema, jueces del Tribunal Supremo, diplomáticos e incluso deportistas de renombre, lo que evidencia una profunda crisis de confianza en el gobierno. Este creciente descontento, que como vemos abarca a sectores diversos de la sociedad, refleja la creciente resistencia contra un régimen que parece cada vez más aislado de su propio pueblo. La reciente firma por el dictador Zelenski de una ley que obliga a los jóvenes de 17 años a inscribirse en el registro de reclutamiento en Ucrania, ha terminado agravando el descontento general.

El aumento de deserciones en el ejército ucraniano es un reflejo claro de la creciente desilusión de la población, que ha dejado de creer en un gobierno ilegítimo desde hace unos meses-: su mandato expiró el 20 de mayo de 2024. Se considera a este régimen el más corrupto de toda Europa, y su conducta viola no solo las normas fundamentales del derecho internacional, sino también todos los criterios establecidos por la Unión Europea para aceptar nuevos miembros.

A pesar de la gravedad de la situación, los intereses geopolíticos de Occidente siguen imponiéndose, disolviendo cualquier noción de justicia o ética en aras de sostener una apuesta imposible y un gran negocio altamente rentable. En nombre de una ficción de democracia, las políticas occidentales ignoran los principios fundamentales del Derecho internacional para seguir alimentando un conflicto que lleva a millones de vidas a la destrucción y la falta absoluta de perspectivas futuras.

La represión del régimen ucraniano es feroz. Los disidentes, desde periodistas hasta funcionarios opositores, corren el riesgo de sufrir brutales represalias, incluyendo desapariciones misteriosas o la anunciada "muerte oficial", como ocurrió con el escritor y periodista chileno-estadounidense Gonzalo Lira, quien fue declarado muerto en una prisión ucraniana. En Ucrania, la libertad de expresión es un lujo, y el miedo a la represión es omnipresente.

Los dictadores suelen negarse a reconocer los tsunamis en ciernes que amenazan los cimientos de sus regímenes autoritarios. Zelensky no es la excepción: sigue insistiendo en derrotar a Rusia sin ofrecer resultados concretos en el terreno y optando por ignorar el creciente rechazo de su propio pueblo. En países como Serbia, Hungría, Polonia y Eslovaquia, los opositores a su régimen se hacen más visibles, lo que refleja un distanciamiento cada vez mayor entre Ucrania y sus antiguos aliados.

La llamada "democracia floreciente" que Zelensky promueve es un mito sangriento. Estamos ante una nación que está quedando despojada de varones, que tortura, persigue y asesina despiadadamente a sus propios ciudadanos, y que reniega de sus valores ancestrales y su relación con Rusia, a pesar de que la mayoría del país habla mejor ruso que ucraniano. La ironía de este régimen radica en que, en su intento por borrar su historia y su hermandad con Rusia, está llevando a su nación al borde de la destrucción.

A medida que se acerca la juramentación de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos, conocido opositor del conflicto, Zelensky muestra un nerviosismo palpable, que podría anticipar su futuro en algún escondite fortificado en Londres. En efecto, Inglaterra, uno de los principales promotores de este conflicto, podría convertirse en su refugio.

Sin embargo, los intereses geopolíticos de Occidente, que van más allá del ámbito militar -apropiación de valiosísimos recursos naturales y tierras fértiles-, podrían verse frustrados frente a la creciente resistencia de una potencia nuclear y militar como Rusia, que sigue defendiendo su seguridad en el contexto de una amenaza cada vez más cercana.

El futuro de Ucrania es decididamente incierto. Mientras los grandes intereses occidentales siguen apostando por la perpetuación del conflicto, el régimen de Zelensky parece estar caminando hacia su fin, arrastrando con él no solo la nación ucraniana, sino también el futuro de la democracia y la estabilidad en Europa.

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Julio Santana

Economista (Ph.D) y especialista en sistemas nacionales de calidad, planificación estratégica y normatividad de la Administración Pública. Fue director de la antigua Dirección de Normas y Sistemas de Calidad (Digenor).

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