Jennifer Lopez y Ben Affleck | Foto: EFE/EPA/Giuseppe Catuogno
Desde hace unos meses Jennifer López ha sido, no solo en la esfera farandulera, medios de comunicación dedicados por lo general a noticias más duras y hasta políticos han dado su “humilde opinión” sobre cómo debería dirigir su vida amorosa la diva.
Otras voces se han levantado para señalar que JL no es un buen ejemplo para la juventud, y los recuentos de sus anteriores relaciones han sido contenido de páginas y páginas de medios digitales e impresos.
La farándula no es lo mío y no pretendo cambiar eso, pero como investigadora me llaman poderosamente la atención estos fenómenos que al volverse tendencia y permitir una reproducción de opiniones tan masiva, dejan más información para analizar de quienes emiten estos juicios, que sobre quien lo hacen.
Para empezar, es socialmente preocupante que con toda impunidad a pesar de todo lo que se supone hemos avanzado a una mujer, la que fuere, se le juzgue tan severamente hasta el punto de tacharla de inmoral por comportamientos que hasta el día de hoy a los hombres se les celebra, un hombre no enfrentaría estos prejuicios porque la libertad sexual es algo que asumimos como implícito para el macho mientras que ese mismo comportamiento se considera libertinaje cuando se trata de una hembra.
No he coincidió con la primera publicación que analice de forma descarnada la fila de parejas sexuales de Alex Rodríguez, los memes sobre este se orientan más al tema del “amargue” algo que en un hombre se considera normal y lícito, sobre todo si hay “romo” de por medio, pero si lo ejerce públicamente una mujer se le acusa de ser poco digna.
A pesar de tantas campañas, marchas y proclamaciones de equidad, la diferencia con la que la sociedad nos mide y trata a hombres y mujeres se hace salvajemente patente en los detalles más pequeños, con micro violencias que pasan desapercibidas, así que para ponerles en contexto juguemos un poco con la carga semántica de algunas expresiones aplicadas a hombres y mujeres.
Por ejemplo un zorro no es más que un hombre sabio, una zorra jamás es una mujer sabia, sino que se le atribuyen conductas sexuales disolutas, en tanto que si a una mujer se le imputan múltiples parejas sexuales se comienza a hablar de su partes íntimas haciendo alusión a un mal estado por “sobreuso”, de ahí la famosa expresión que cita “la puerta del conde”, en cambio nunca he escuchado que alguien se inmiscuya en las partes íntimas masculinas para referirse a que tiene una vida sexual muy activa y con parejas múltiples, antes ese hombre es un conquistador, “Don Juan”, “Bacano”.
Otra expresión muy recurrida es ‘las mujeres después que tienen hijos deben’… pueden completar esta frase con miles de variantes, pero admitámoslo, vivimos en un país donde cerda del 80 % de los hogares lo forman madres solteras y sus hijos, en una reducida cantidad los padres de esa prole, cumplen con su deber económico y moral, sin embargo lo tenemos tan normalizado que lo dejamos pasar, algo que nunca le admitiríamos a una mujer al margen de lo detestable que resulte este comportamiento en cualquier sexo.
Ser rica, famosa y atractiva no ha librado a JL de ser juzgada con la misma vara que el resto de las mujeres, al menos en nuestra cultura patriarcal y lo más preocupante es que estos estereotipos han sido reproducidos por todas las vías posibles, desde creadores de contenidos independientes centrados en memes y tendencias, pasando por farándula y medios formales.
Llevo varias semanas analizando este caso y al escuchar y leer sobre el tema, solo puedo pensar en todo lo que aún nos falta por aprender y crecer en materia de equidad de género y en la doble moral que todos y todas ejercemos a diario a veces de forma inconsciente.
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