Al capo Cesar Peralta (alias El Abusador) lo hizo preso la mano peluda del imperio (su DEA, su FBI, su CÍA…) y no en Colombia, ni recientemente. Le echaron mano aquí, en República Dominicana, luego de tolerarlo por años, pocos días después del atentado al astro del béisbol David Ortiz.
Eso del apresamiento en Colombia es un novelón, evidente su inconsistencia en las diferentes versiones contradictorias dadas aquí y allá por ejecutivos de la Interpol, jefes policiales colombianos, y la Dirección Antidroga y la Policía dominicana.
EE. UU. impuso su control sobre este caso y ahora se anuncia que sus autoridades van a “administrar las informaciones que ofrezca” el referido capo, lo que indica que solo revelará e intercambiará lo que le convenga.
El caso Abusador fue manejado para que el Estado dominicano, cómplice del mismo, renunciara formalmente a investigarlo y traspasar a EE. UU. todo el control de sus derivaciones.
Ese cartel y su contubernio con varios gobiernos dominicanos fue permitido durante dos décadas por las estaciones de la DEA, CÍA y FBI establecidas aquí.
Ahora se dice que las autoridades estadounidenses, una vez concluyan las investigaciones, procederá “a coordinar los intercambios de informaciones con los países que se interesen”; y se agrega que “RD no ha hecho ningún pedido, pero podría hacerlo”.
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Ese “podría” es poco creíble al tratarse del actual régimen dominicano, porque nadie que sea cómplice investiga lo que puede perjudicarlo, salvo derivaciones no relevantes. Y eso acontece ahora con importantes funcionarios civiles y militares de este gobierno, algunos del entorno presidencial.
En tantos años bajo protección política y policial el Abusador estableció múltiples conexiones y asociaciones que ahora confesará a cambio de rebaja de la pena.
El tema, entonces, ya es otro.
EE. UU. tiene el monopolio de lo confiese César el Abusador para usarlo como más le convenga a sus intereses locales y regionales; tiene el monopolio como lo tuvo con los capos Quirino Ernesto Paulino, Figueroa Agosto, Toño Leña Y Nelson Solano, e incluso con Arturo del Tiempo Márquez, preso en España. Algo que lo facilita la variante de Narco-Estado establecida en esta república caribeña.
Ese uso de las informaciones guarda estrecha relación con todas las vertientes de su plan de recolonización continental e insular, y específicamente con el control que EE. UU. quiere seguir reforzando sobre altos funcionario y jefes militares de este y del próximo gobierno, que identificados como cómplices, pasarían a ser “presos de confianza” del poder estadounidense.
En ese orden, la tradición imperialista es emplear las “confesiones premiadas” para obtener sumisión política, militar y económica. Garantiza así impunidad a cambio de subordinación, formula extensiva circunstancialmente a su interés en la actual campaña electoral.
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