Estados Unidos recibió esta semana en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC) muchas críticas por la política comercial desplegada desde la llegada a la presidencia de Donald Trump, aunque se defendió acusando a China de ser el verdadero elemento desestabilizador global.
Representantes de los países miembros de la OMC efectuaron entre el lunes 17 y hoy miércoles una revisión de la política comercial de Estados Unidos en los dos años de presidencia de Trump, aunque el embajador estadounidense ante el organismo, Dennis Shea, intentó desviar la atención hacia China.
Ese país "obliga a realizar transferencias tecnológicas o las roba directamente si lo considera adecuado, para convertirse en el principal productor. China subsidia y mantiene un exceso de capacidad en numerosos sectores, forzando a productores de otros países a cerrar", subrayó el diplomático estadounidense.
Las medidas que Estados Unidos está tomando, afirmó, son necesarias "si no queremos resignarnos a curar las heridas infligidas por China a nuestros ciudadanos".
Shea recalcó la incompatibilidad del régimen económico de la potencia asiática, "distorsionadora y ajena al mercado" con un sistema de comercio internacional abierto, transparente y predecible.
Su homólogo chino, Zhang Xiangchen, respondió a las críticas de Estados Unidos con el argumento de que su país "rechaza el papel de chivo expiatorio" y recordó que los tres días de reuniones de la OMC se habían convocado para revisar la política comercial estadounidense, no la china (algo que ya se hizo a mediados de este ejercicio).
El cruce de acusaciones refleja el tenso momento de relaciones entre las dos principales economías mundiales, que desde julio se han impuesto aranceles a sus importaciones recíprocas, unas tarifas que podrían aumentar en el próximo año si se cumplen las advertencias de Trump.