La droga conocida como "K2″ o marihuana sintética ha provocado más de 85 sobredosis en los últimos dos días en la localidad de New Haven (Connecticut), donde se ubica la prestigiosa Universidad de Yale, informaron medios locales.
Según el diario Hartford Courant, las autoridades han encausado a dos personas supuestamente responsables de distribuir esa partida de droga, en la que se han encontrado trazas del narcótico fentanil, lo que podría explicar los fuertes efectos que está teniendo.
Por su parte, el canal CBS indica que las autoridades han arrestado a tres personas relacionadas con las sobredosis, entre ellas un hombre que podría haber estado dando muestras gratuitas de marihuana sintética.
Por el momento no se ha registrado ninguna víctima mortal y la mayor parte de los afectados han sido dados de alta tras ser tratados en hospitales de la ciudad.
Las sobredosis comenzaron a registrarse este miércoles y continuaron hoy en un céntrico parque de New Haven, con varias personas que perdieron el conocimiento y otras que experimentaban convulsiones y vómitos.
Los más de 85 casos notificados por las autoridades incluyen a personas que fueron tratadas más de una vez, pues volvieron a fumar la droga tras salir del hospital.
"Hemos descubierto que este K2 tenía un efecto muy corto, pero también que era una versión de la droga que actuaba muy rápidamente", explicó la directora médica del hospital Yale New Haven, Sandy Bogucki, en declaraciones recogidas por el Hartford Courant.
Según dijo, las personas que fumaron o ingirieron la sustancia en general cayeron bajo su efecto casi inmediatamente y muchas tuvieron que ser reanimadas.
Sin embargo, dado que los efectos no duran mucho y pudieron ser dadas de alta relativamente pronto, varias regresaron al parque en busca de una nueva dosis.
También conocida como "spice", el K2 se ha convertido en una de las drogas sintéticas más consumidas en EE.UU., tras unos años en los que, por su novedad, no estuvo perseguida y podía comprarse en algunas gasolineras y tiendas.
Actualmente es ilegal y numerosas ciudades como Nueva York han tomado medidas para tratar de frenar su consumo.