Esteban Delgado | Foto: Kelvin de la Cruz
Los dominicanos residentes en el exterior tienen diversas inquietudes sobre situaciones que, entienden, deben ser resueltas o facilitadas de parte de las autoridades dominicanas. Entre estas se destacan los elevados costos de los servicios consulares y la poca cantidad de esas oficinas en sus zonas de residencia.
También, el tedioso proceso para la devolución del impuesto de 10 dólares que se aplica a sus boletos aéreos cuando entran a territorio dominicano, aun cuando son dominicanos, aunque su condición de no residentes los califique como “turistas”.
Se pueden mencionar otras tantas inquietudes y reclamos de esos que cada año contribuyen con aportes multimillonarios en sus envíos de dinero a familiares y amigos aquí. Solamente el 2021, los dominicanos residentes en el exterior enviaron remesas por US$10,402 millones. Este año, si bien no llega esa cantidad, es seguro que superará los US$8,500 millones. El 84 % de esos envíos proviene de dominicanos residentes en Estados Unidos.
Otra inquietud de los dominicanos residentes en el exterior es la relacionada con la devolución de los fondos de pensiones. Sucede que muchos dominicanos que ahora son residentes en el exterior, en algún momento trabajaron formalmente aquí y cotizaron al sistema de pensiones de la Ley 87-01 de Seguridad Social, que se inició de manera efectiva en junio de 2003.
Luego, dejaron de trabajar aquí para emigrar a Estados Unidos u otras naciones de forma definitiva como residentes, por lo que ya no tienen previsto volver a cotizar más de lo que habían acumulado. El punto es que, para la devolución de los recursos ahorrados hasta el momento de su emigración, esos dominicanos deben esperar a cumplir 60 años, la edad de retiro establecida en la Ley 87-01.
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Son constantes las quejas de dominicanos y dominicanas que desean la devolución de esos fondos acumulados en lo inmediato, toda vez que ya no tienen previsto volver a trabajar en territorio dominicano.
Imagine una persona que haya trabajado en República Dominicana desde 2004, al cumplir sus 20 años, hasta 2015. A la edad de 31 años le salió residencia y partió a Estados Unidos. Posiblemente tenga acumulados RD$1.8 millones entre lo que cotizó y los intereses devengados en su fondo de pensiones.
Esa persona tiene actualmente 38 años de edad y como ya no trabaja en el país, no cotiza, y lo ideal es que ese dinero acumulado le sea devuelto, algo a lo que no se oponen las administradoras de fondos de pensiones (AFP). El punto está en que para recibir ese dinero debe esperar a cumplir la edad de retiro, es decir, dentro de 22 años, en su caso.
Es momento de que las autoridades de regulación del Sistema Dominicano de Seguridad Social, específicamente el Consejo Nacional de la Seguridad Social (CNSS) trate ese caso en sus reuniones y disponga, mediante resolución que la Superintendencia de Pensiones (Sipen) busque una alternativa más viable a ese proceso de devolución.
No es difícil, pues solo basta con comprobar que esa persona es residente en el exterior, que está debidamente establecida allá y que trabaja de manera formal en la nación donde vive actualmente. Tomando en cuenta esos elementos, es lógico que no volverá a trabajar en territorio dominicano y que lo acumulado no es suficiente, ni siquiera, para una pensión mínima.
Esos factores le harían elegible para un proceso de excepción que permita la devolución de su dinero acumulado en la AFP correspondiente antes de cumplir los 60 años.
Esa decisión, incluso, puede generar beneficios más allá del que tendría ese dominicano residente fuera al recibir el dinero. Esto así, porque es seguro que no convertiría esos cuartos en dólares para llevárselos, sino que los invertiría en territorio dominicano, muy probablemente en un inicial para la compra de una vivienda o en cualquier otro instrumento de inversión.
De esa forma, los recursos tendrían un efecto económico multiplicador, que se traduciría en la satisfacción de los dominicanos en el exterior, al ver por lo menos uno de sus reclamos acogidos por el Gobierno, así como la seguridad de que el dinero sería invertido en territorio dominicano, aun cuando su dueño vive en el exterior de manera permanente.
¡Ellos merecen eso y más!
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