El ahorro es una de las decisiones más importantes que toman las familias. Tras recibir la remuneración por su trabajo, las personas deciden cuánto consumir en el presente y cuánto reservar para consumir en el futuro. El fruto de esa decisión es el ahorro, que es premiado con el pago de una suma que se denomina interés. Por lo general, a mayor tasa de interés, mayor es la valoración del consumo futuro, y, por tanto, más elevada resulta la cuantía destinada al ahorro.
En la República Dominicana existen diversos instrumentos financieros a través de los cuales se puede ahorrar. En febrero de 2025, la tasa de interés promedio ponderado de los certificados financieros y depósitos a plazo de la banca de servicios múltiples (la tasa de interés pasiva) se colocó en un 9.09 %, 72 puntos básicos por debajo de la de diciembre de 2024. Si se compara con noviembre del año pasado, se observa que la remuneración que recibe el ahorrista dominicano se ha reducido en 125 puntos básicos.
El descenso de la tasa de interés pasiva contrasta con el comportamiento de la tasa activa (la que se aplica a los préstamos). Entre diciembre de 2024 y febrero de 2025, esta última tasa subió en 47 puntos básicos, al pasar del 15.05 % a un 15.5 2%. Comparada con noviembre de 2024, la activa se redujo en 57 puntos básicos, una disminución sensiblemente menor que la registrada en la tasa pasiva. Ello revela que en ese período el mecanismo de transmisión de la política monetaria favoreció un incremento del margen de intermediación financiera.
¿Es correcto el nivel actual de la tasa de interés que se aplica sobre los instrumentos de ahorro denominados en pesos? La pregunta se puede responder tomando en cuenta que la tasa de interés pasiva en pesos debe ser igual a la tasa de interés en dólares más la depreciación prevista del peso respecto al dólar. Además, al rendimiento del instrumento financiero en dólares debe añadirse una prima que refleje aproximadamente la diferencia con relación al riesgo de crédito y plazo de vencimiento del instrumento denominado en pesos. Si ambos instrumentos tuviesen el mismo riesgo y plazo, la prima sería igual a cero.
Como punto de partida, se calculan los valores promedio de esas variables financieras en el período comprendido entre enero de 2012 (fecha de inicio del esquema de metas de inflación del Banco Central) y diciembre de 2019 (antes de la pandemia del Covid-19). Durante ese tiempo, la tasa de interés pasiva promedio alcanzó un 6.28 %, mientras que la variación interanual promedio de la tasa de cambio del peso respecto al dólar fue de un 3.80 %. Por su parte, el promedio de la tasa de interés efectiva de los fondos federales de Estados Unidos se colocó en 0.73 %, lo cual permite calcular una prima promedio por riesgo de crédito y liquidez para ese período de 1.75 %.
Desde mayo de 2023, el Banco Central adoptó una postura de política monetaria más flexible. Entre finales de ese mes y diciembre de 2024, inyectó cuantiosas sumas de liquidez para que el sector bancario otorgase préstamos a tasas inferiores al 10 % anual y redujo la tasa de interés de política monetaria en 275 puntos básicos, del 8.5 % al 5.75 %, para presionar hacia la baja las tasas tanto la activa como la pasiva. Al mismo tiempo, el organismo emisor intervino periódicamente en el mercado cambiario con el propósito de reducir el ritmo de depreciación del peso, lo que explica una parte de la reducción de 3,732.5 millones de dólares del monto de reservas internacionales y la consiguiente disminución del ritmo de expansión monetaria.
Dada la política del Banco Central, se obtiene el siguiente resultado: a febrero de 2025, la tasa de interés pasiva promedio ponderado cae a un 9.09 %, mientras que la variación interanual de tasa de cambio supera el promedio histórico y se coloca en un 5.73 %. Por otra parte, la tasa de interés de los fondos federales se situó en 4.33 % y, por tanto, la prima por riesgo y liquidez arroja un valor negativo atípico de un -0.97 %. Al compararlo con la prima promedio de un 1.75 %, observada entre enero de 2012 y diciembre de 2019, se deduce que la tasa de interés pasiva promedio a febrero debería ser de un 11.81 %. Expresado en otros términos, el ahorrista está percibiendo casi una cuarta parte menos de lo que le corresponde como compensación por haber pospuesto su consumo.
La semana pasada, el Ministerio de Hacienda emitió un bono en pesos por un monto de 125 mil millones de pesos, con un vencimiento a doce años y una tasa de rendimiento de un 10.50 %. Dado que el cupón de ese bono está exento del 10 % de impuesto sobre los ingresos por intereses, la tasa de rendimiento antes de impuestos resultante equivale a un 11.67 %.
Al mismo tiempo, el Banco Central emitió un título financiero en pesos con un vencimiento a tres años. La subasta pública consistía en 10 mil millones de pesos de Notas, de los cuales apenas se colocaron 3,204 millones a una tasa de rendimiento promedio ponderado de un 10.98%. Es interesante destacar que se recibieron ofertas por un valor nominal de 44,743 millones de pesos, aunque con un precio de descuento de 89.62 pesos por cada 100 pesos de valor nominal, lo que equivale a una tasa de rendimiento superior al 12 % anual.
Las dos emisiones de deuda realizadas por el sector público confirman que aplicado el ajuste por riesgo y plazo de vencimiento, la tasa de interés pasiva promedio ponderado se encuentra muy por debajo de su nivel esperado. Ante la determinación de las personas de defender el poder de compra de sus chelitos a lo largo del tiempo, se puede pronosticar una presión sobre el mercado que impulse al alza la tasa de interés pasiva. De lo contrario, se registrará un traslado de ahorros de pesos a dólares, lo cual aumentaría el ritmo de depreciación cambiaria e impactaría negativamente sobre las expectativas de inflación. Un escenario posible y poco deseable.